MODIFICACIÓN DE GENES NORMALES

Logran utilizar CRISPR para prevenir riesgos cardíacos

La técnica de edición genética no solo ha mostrado eficacia sino que no se han visto consecuencias negativas en otros órganos.

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Desde hace poco más de una década la técnica de edición genética CRISPR se ha convertido en una de las disciplinas más estudiadas por la ciencia. Básicamente su nombre proviene de unas secuencias repetitivas presentes en el ADN de las bacterias, que les sirven a estas como vacunas: en su interior está el material genético de virus que las han atacado en el pasado y esto les permite reconocerlas si hay una nueva infección.

Estas secuencias están presentes en la mayoría de los organismos unicelulares pero gracias a una proteína conocida como Cas9 Cas9 es posible reconocer y guiarse en el ADN para encontrar regiones específicas en organismos eucariotas (como los humanos, pero también insectos y hongos) y "cortar" fragmentos de ADN y reemplazarlos. De ahí que se conozca como una técnica de edición genética y que su nombre completo sea CRISPR-Cas9.

Desde su descubrimiento, los científicos han utilizado esta técnica para corregir mutaciones genéticas responsables de diversas enfermedades. Sin embargo, los enfoques de edición actuales se dirigen principalmente a grupos relativamente pequeñas de pacientes con mutaciones específicas, mientras que las enfermedades no genéticas afectan a un número mucho mayor. Por ejemplo, las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en todo el mundo: 19 millones de personas mueren cada año por su causa.

Con el objetivo de usar CRISPR en enfermedades cardiovasculares, un equipo liderado por Rhonda Bassel-Duby, descubrió que gran parte del daño de un ataque cardíaco, caracterizado por el bloqueo de los vasos sanguíneos que alimentan el corazón privándolo de oxígeno, es causado por la sobreactivación de un gen llamado CaMKIIδ.

Para probar si CRISPR podía ser efectivo editando el gen CaMKIIδ, el equipo de Bassel-Duby lo probaron inicialmente en células cardíacas humanas que se desarrollaron en una placa de Petri. Se escogieron algunas células editadas y otras que no pasaron por CRISPR para simular las condiciones de un ataque cardíaco en una cámara con poco oxígeno. Los resultados mostraron que mientras aquellas células no editadas desarrollaron numerosos marcadores de daño y posteriormente murieron, las células editadas se protegieron del daño y sobrevivieron.

Luego, los autores del estudio, publicado en 'Science', probaron un experimento similar en ratones vivos, induciendo un ataque cardíaco al restringir el flujo sanguíneo durante 45 minutos y luego administrar componentes de edición de genes CaMKIIδ directamente a los corazones de algunos animales. Tanto los ratones que recibieron edición de genes como los que no tuvieron una función cardíaca gravemente comprometida en las primeras 24 horas después de sus ataques cardíacos.

Pero los ratones sin la edición de genes continuaron empeorando con el tiempo, mientras que aquellos "editados" mejoraron constantemente durante las siguientes semanas, logrando final-mente una función cardíaca normal.

Otro aspecto positivo del estudio es que los autores también demostraron que la edición de genes parecía estar aislada en el corazón: no había evidencia de CaMKIIδ edi-tado en otros órganos, incluidos el hígado, el cerebro o los músculos. No se observaron efectos secundarios negativos casi un año después del tratamiento. El tratamiento también pareció ser duradero, agregaron, y señalaron que los ratones modificados genéticamente podían hacer ejercicio intenso de manera similar a los ratones que nunca habían tenido ataques cardíacos.

"En lugar de apuntar a una mutación genética – concluye Bassel-Duby en un comunicado–, esencialmente modificamos un gen normal para asegurarnos de que no se volviera perjudicialmente hiperactivo. Es una nueva forma de usar la edición de genes CRISPR-Cas9".

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