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VARIOS ESTUDIOS AVISAN DE QUE VER UN DRAMA PUEDE HACERTE GANAR PESO

Ver 'La forma del agua', de Guillermo del Toro, puede hacerte engordar

Si decides sentarte delante de la gran pantalla a ver una de estas película con tintes dramáticos, puede que después lo notes cuando te subas a la báscula. Un reciente estudio de la Universidad de Cornell (EE UU) dado a conocer en la revista JAMA-Internal Medicine apunta a que los argumentos trágicos nos hacen consumir un 55% más de palomitas que las comedias o los musicales.

La forma del agua

La forma del agua Agencias

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Elisa Esposito, una solitaria joven que quedó muda debido a una lesión en el cuello sufrida de niña, trabaja como limpiadora en un laboratorio secreto del gobierno estadounidense durante la Guerra Fría. Su vida es bastante normal hasta que llega a la instalación un tanque lleno de agua dentro del que hay una criatura que ha sido capturada en un río sudamericano.

Elisa descubre que la criatura es un anfibio humanoide. Comienza a visitarla en secreto y los dos establecen un estrecho vínculo. Y entonces descubre que han planeado matar a la criatura. Ese es el argumento de "La forma del agua", la principal favorita de los premios Óscar 2018, con 13 nominaciones. Un dramón en toda regla, vamos. Lo mismo que otras de las más nominadas, "Llámame por tu nombre", de Luca Guadagnino.

Si decides sentarte delante de la gran pantalla a ver una de estas película con tintes dramáticos, puede que después lo notes cuando te subas a la báscula. Un reciente estudio de la Universidad de Cornell (EE UU) dado a conocer en la revista JAMA-Internal Medicine apunta a que los argumentos trágicos nos hacen consumir un 55% más de palomitas que las comedias o los musicales.

"Las películas generan ingesta emocional, nos hacen comer apara intentar compensar la tristeza", explican los autores de la investigación. El mismo equipo de investigadores demostró también que las pelis con una buena dosis de acción empujan a consumir un 65% más de calorías. Y hay que reconocer que en "La forma del agua" hay momentos trepidantes. Suficientes para hacerte engordar.

Con algunos gramos de más pero, eso sí, bastante contento. Pese al nombre del género, de ver un drama no salimos precisamente afligidos. Las lágrimas derramadas en la sala se nos olvidan enseguida. El "bajón" de la ficción nos produce un subidón en la vida real. Y lo que nos llevamos a casa es una sensación de alivio y de conexión con la humanidad.

De demostrarlo se encargaron Robin Dumar y sus colegas de la Universidad de Oxford (Reino Unido), hartos de ver cómo algunas de las películas más taquilleras son también las más lacrimógenas. Según han podido averiguar, la aparente paradoja se debe a que después de ver una cinta dramática nuestro cuerpo libera endorfinas a raudales, igual que cuando bailamos en grupo, cantamos en un coro o reímos a carcajadas.

Las consecuencias que tiene este "chute" natural se explican en dos brochazos. Por un lado, las endorfinas aumentan la sensación de vínculo social y de cohesión con el grupo. Y por otra parte, estas moléculas actúan a modo de analgésicos que aumentan nuestra tolerancia al dolor en un 18%.

En otras palabras, salimos del cine reconciliados con nuestro semejantes y anestesiados. Vamos que igual que existe el "subidón del corredor" de maratones -provocado precisamente por las endorfinas-, podríamos empezar a hablar del "subidón del espectador".

Por si fuera poco, las escenas emotivas nos hacen liberar oxitocina, la molécula del amor y la empatía. Y eso nos ayuda a vincularnos con las emociones ajenas y a sentirnos más cerca de nuestros semejantes. Cien por cien conectados sin necesidad de redes sociales.

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