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LO QUE DICEN LOS ESTUDIOS SOBRE EL CÁNCER

La 'magia' de los estudios contradictorios: el café puede curar el cáncer... o provocarlo

¿Cómo es posible que un alimento pueda prevenir y, a la vez, causar el cáncer? La clave: la mala praxis científica entendiendo correlación como causalidad

El misterio encerrado en nuestro café de cada día

El misterio encerrado en nuestro café de cada día Vita/Tamagawa / Coffee Club

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Cuando éramos niños nuestras madres nos prohibían comer huevo más de dos veces por semana: era malo para el hígado, decían. Cuando éramos adolescentes el mismo huevo era un manjar para nuestra salud que Rocky Balboa nos enseñó a comer por docenas antes de hacer deporte.

En los '90 volvió el miedo, esta vez era el maldito colesterol. Hoy se ha demostrado que, a pesar de su contenido en colesterol, el consumo de huevo no eleva de ninguna manera el riesgo de padecer alguna dolencia de tipo cardiovascular. Lo cierto es que no hay ningún estudio que defienda que comer huevos es malo para la salud. Como siempre, el veneno está en la cantidad.

Tres cuartos de lo mismo pasó con la leche: imprescindible para el desarrollo de los niños, pero malísima para los adultos. La lactosa es mala, el calcio indispensable, ¿o era al revés? ¿Por qué tanta información contradictoria? ¿Quién se equivoca? Si los estudios siguen el método científico, ¿por qué sus resultados son muchas veces contradictorios?

En los ochenta la moda era que los betacarotenos de zanahorias, calabazas o albaricoques eran muy buenos para la salud por su poder antioxidante: había que tomar grandes cantidades para permanecer fuerte y joven. Quién no ha escuchado a su abuela gritar lo de "tómate la zanahoria que es muy buena para la vista". Esta idea estaba respaldada por estudios y observaciones en animales, pero tres estudios con un gran grupo de control desmontaron en los noventa el mito.

Un grupo de personas fueron elegidas al azar para tomar suplementos de betacaroteno o un simple placebo. Los resultados mostraron que los suplementos de betacaroteno no sólo no impidieron el desarrollo de enfermedades propias de la oxidación, sino que colocaron a las personas que lo tomaron en mayor riesgo de contraer cáncer. Todavía hoy se sigue usando la excusa de la zanahoria, aunque nadie vincula esos estudios.

El paradigma del café

El paradigma de esta incoherencia -o falta de ajuste o ponderación- entre estudios está en el café. El café es capaz de curar varios tipos de cánceres: dos tazas de café al día pueden prevenir el de colon. Su consumo habitual protege también contra el cáncer de mama. Incluso su consumo exagerado (más de cuatro tazas al día) previene contra el cáncer de próstata.

Sin embargo, la ingesta de cafeína también ha sido vinculada científicamente a la hiperplasia prostática, y lo primero que hay que suprimir con una próstata inflamada es el consumo de café. También hay estudios que vinculan el café al cáncer de piel y al de vejiga

Siguiendo con las capacidades mágicas de esta bebida milenaria nos encontramos con estudios recientes que defienden sus beneficios en la lucha contra la diabetes y el Alzheimer. Un consumo habitual reduce hasta el 20% la tasa de Alzheimer, algo que ninguna otra sustancia ha conseguido en ningún tipo de cáncer.

Sin embargo otro estudio afirma que consumir cuatro tazas al día durante bastante tiempo hace aumentar el riesgo de sufrir una muerte temprana debido a su interacción con la epinefrina, la presión arterial y la homocisteína. No es un estudio trivial: el equipo de la Clínica Mayo siguió a 44.000 personas durante 17 años hasta llegar a esas conclusiones. Curiosamente contrarias a varios estudios anteriores.

¡Qué lío! Pero qué hago, ¿tomo o no tomo café? Sin problema. Estamos ante un caso parecido al de los huevos.

El problema: correlación no es causalidad

Alguna de estas increíbles discrepancias vienen determinadas por la equivocada acotación de los estudios y la mala praxis científica a la hora de discernir entre correlación y causalidad.

El café tiene más de 100 componentes que afectan de muchas formas a nuestra salud. La dosis mortal de cafeína es de 13 gramos, es decir, el café mata si te bebes 100 tazas en 24 horas. Solo un enfermo lo haría. El aislamiento de los componentes puede sugerir estudios con efectos opuestos pero que no son extrapolables a los que produce la interacción conjunta de esas mismas sustancias.

El ejemplo más plausible de esta desorientación científica está en la propia dieta: todos los alimentos causan cáncer y pueden librarte de él a la vez. En 2013 los científicos Schoenfeld y Loannidis elaboraron un metaestudio para demostrar las incoherencias entre la multitud de trabajos científicos.

Dichos investigadores cogieron los 50 alimentos más utilizados en un recetario normal he hicieron una búsqueda entre distintas publicaciones médicas para encontrar los trabajos que vinculasen cada ingrediente con el riesgo de padecer o evitar el cáncer.

Los resultados fueron desoladores: el 80% de los ingredientes de una dieta normal tenía estudios que lo vinculaban con el desarrollo del cáncer. De las 264 evaluaciones, 191 (el 72%) llegaron a la conclusión de que el ingrediente se asocia con un aumento del riesgo (103) o con una disminución (88).

Es decir el 60% de los ingredientes de nuestra dieta aumentan o disminuyen el riesgo de cáncer. Un dato que no aporta nada que no lo haga el sentido común. El mayor aporte del metaestudio de Schoenfeld y Loannidis es comprobar que esta incoherencia es más plausible en los estudios preliminares, donde se suelen engordar titulares y efectos y va desapareciendo conforme se replican en los estudios de verificación (algo conocido como 'sesgo de declive'), aquellos que siempre tienen menos relevancia en los medios (conocido como 'sesgo de publicación').

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