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EL ANTIGUO EGIPTO, LOS HITITAS Y LA GRECIA MICÉNICA DESAPARECIERON

Medio siglo sin llover: la atroz sequía que arrasó a las civilizaciones del Mediterráneo

No fueron las guerras, ni la peste, ni una bacteria. Algunas de las más importantes civilizaciones de la historia sencillamente desaparecieron del mapa casi a la vez hace tres milenios. Un estudio recién publicado señala al culpable: una sequía de siglo y medio.

Los pantanos, secos

Los pantanos, secos antena3.com

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¿Qué pasaría si las plantas se evaporaran, el aire se convirtiera en fuego y no vieras nubes de lluvia durante años? Algo así es lo que pasó en el Mediterráneo hace algo más de tres mil años, y los efectos demoledores de una pertinaz sequía que azotó la cuna de las más importantes civilizaciones de la humanidad está detrás de la desaparición de imperios poderosos y de legado incuestionable.

Toda esta construcción temporal cierra uno de los anhelos que más horas de sueño han hecho perder a muchos investigadores que no conseguían explicarse cómo florecientes civilizaciones desaparecieron casi simultáneamente en un área de miles de kilómetros alrededor de la cuna de la civilización en el límite entre Europa y Oriente. Se había sospechado de algún tipo de peste perecedera, o del efecto de las guerras, pero fue la falta de agua lo que cambió el mapa sociopolítico de la época.

La clave la ha dado un estudio publicado en la revista del Instituto de Arqueología de la Universidad de Tel Aviv. En concreto, la investigación, que ha contado con colaboración de la Universidad de Geología de Bonn, se ha centrado en los sedimentos de la época y el polen fosilizado que se ha hallado en el lugar.

Dafna Langgut, una de las investigadores, identifica este polen como "la huella dactilar de las plantas", en un artículo al respecto del hallazgo en National Geographic. Gracias a esas 'huellas dactilares' el equipo, dirigido por Israel Finkelstein, pudo darse cuenta del decaimiento de especies arbóreas autóctonas y comunes en aquellos días de una forma súbita y global.

Corría el año 1185 antes de Cristo cuando todo comenzó. En aquel momento florecían el Egipto de los faraones y algunos de sus territorios anexionados, como el puerto comercial de Ugarit o la tierra de Canaan. Desde Siria y la ribera del Mar de Galilea hasta el Imperio Hitita en Oriente, el incipiente periodo micénico en la Antigua Grecia o la producción minera de Chipre.

Primero desaparecieron los pinos, los robles y las encinas. Luego empezaron a decaer árboles mucho más resistentes a los rigores térmicos, como los olivos y los algarrobos. Pasaron años sin que prácticamente lloviera. En 55 años, más de una generación de aquellos días, se desertificó gran parte del entorno oriental del Mediterráneo, y casi se erradicó toda señal de vegetación tierra adentro rumbo a oriente desde Judea.

No había pastos, ni vegetales. Los animales empezaron a morir, y también los humanos. El comercio se hundió, no había con qué comerciar si no había qué comer, ni qué beber. Las grandes migraciones fueron la consecuencia de un demoledor cambio climático muy localizado que, a su vez, tuvo siglo y medio de consecuencias: hasta el año 1130 antes de Cristo no se normalizó, justo con el paso de la Edad de Bronce a la Edad de Hierro en Europa.

La lluvia trajo de nuevo el sedentarismo, la creación de nuevas ciudades... y el inicio de una nueva parte de nuestra historia.

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