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Cuando tener la mente en blanco es una enfermedad

Aunque sea algo que nos puede pasar a todos en algún momento, dejar la mente en blanco con frecuencia puede deberse a una enfermedad. Te damos más detalles.

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No es arriesgado pensar que la vista es el sentido más importante, probablemente sería el último del que cualquier persona se querría desprender. Como seres humanos, dependemos en gran medida de la vista para hacer prácticamente todo, y es por ello que nuestros recuerdos y pensamientos se crean y desarrollan a partir de los que hemos visto.

Es muy común tener lo que se denomina como pensamiento visual, es decir, que estructuramos el pensamiento en base a imágenes. A pesar de la importancia de la vista, hay una enfermedad que hace que esto no pase para algunas personas.

Este proceso se conoce como afantasía, y es la incapacidad de crear imágenes en la mente. Es difícil de imaginar, ya que para la mayoría es algo para lo que no hay que esforzarse, pero es algo que realmente pasa. Aunque estas personas sí sean capaces de ver el mundo tal y como es con la vista y con los otros cuatro sentidos, a la hora de recordar o pensar algo no pueden materializar una imagen en su mente.

Todo esto también afecta a la capacidad de recordar lugares, objetos, colores e incluso rostros. Como no tienen un recuerdo con el que comparar la cara de alguien, cada vez que lo ven es como si fuera la primera vez, afectando lógicamente a las relaciones personales. El único recurso que les queda es recurrir al resto de sentidos para reconocerlas.

Mente en blanco
Mente en blanco | TecnoXplora

El caso es que esta enfermedad no solo afecta a los recuerdos visuales, también afecta a otros sentidos, ya que tampoco son capaces de recordar la melodía de una canción, el sonido de una voz o de tratar de recrear un olor. En estos casos solo pueden intentar buscar alternativas para recordar este tipo de cosas. Una de estas estrategias es la memoria motriz, que a través del movimiento puede hacer más sencillo reconocer algunos lugares. Un buen ejemplo de esto puede ser el recorrido que hay que hacer en casa para llegar a la habitación desde la cocina. Son rutinas que se tienen a diario y que se acaban quedando en la memoria por inercia.

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