Lo último en volver en plena crisis del coronavirus ha sido la escuela. Una sociedad con la escuela cerrada es como un gran edificio sin ascensor: quienes parten desde abajo lo tienen mucho más difícil para llegar a la cima.
“La escuela cumple una función de nivelador social muy fuerte y si la cerramos perdemos uno de nuestros instrumentos más fuertes de igualdad de oportunidades”, opina Marga León. Carol del Olmo, por su parte, critica que la función de ascensor social de la educación “está averiada desde hace mucho tiempo”.
A Estrella, directora del Instituto Público Ramón Menéndez Pidal (A Coruña), le bastaron unos pocos días de confinamiento para comprobar esta problemática. La pandemia ha agrandado la brecha social entre sus alumnos.
“Nosotros hemos hecho seguimiento de los alumnos y con quienes más problemas hemos tenido son los que viven en un estrato social más bajo. El alumnado de 12 o 13 años no sabe hacerse responsable de sus tareas y es la familia la que le guía y en estratos sociales bajos muchas veces esa familia o no está o no se preocupa por esa formación”, afirma.
El Gobierno tiene previsto tener reparado el ascensor en septiembre.
Quiere que desde entonces el calendario escolar avance como cualquier otro curso. Los mayores de 10 años tendrán que estar separados por un metro y medio. Si no es posible, llevarán mascarilla obligatoria. Habrá como máximo 20 alumnos por clase y algunos espacios de los centros se transformarán en aulas.