A finales del siglo XIX, el filólogo Ramón Menéndez Pidal, reconocido medievalista, escogió el camino del Cid como luna de miel. En vez de irse a la playa, el matrimonio decidió celebrar su amor recorriendo los lugares que se mencionaban en el Cantar del Mío Cid.

El propio Menéndez Pidal se convirtió en uno de los grandes expertos en este legendario caballero, hasta el punto de llegar a asesorar a Hollywood durante el rodaje de la superproducción protagonizada por Charlton Heston en 1961. Menéndez Pidal publicó sus estudios, y de ahí surgió la imagen del Cid que hoy tenemos. Sin embargo, el problema es que no contrastó mucho las fuentes.

Alberto Montaner, historiador especialista en el Cid, subrayó en laSexta Columna que las obras de Menéndez Pidal "siguen siendo fundamentales por la cantidad de información que reunió", aunque apostilló que "el planteamiento de conjunto, tanto en la forma de editar el Cantar del Mío Cid y de estudiarlo como un documento prácticamente histórico, hoy se tienen bastantes reservas".

"El Cid se ha convertido en la reencarnación del caballero español cristiano que lucha por España. Lo hizo Menéndez Pidal, en parte, que era un gran especialista en la época, pero sobre todo era especialista en filología, y lo acogió el romanticismo internacional", apuntó, por su parte, José Álvarez Junco, Catedrático de Historia.

La figura de Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido como el Cid Campeador, ha sido utilizada políticamente una y otra vez a lo largo de la historia de España. En la Guerra Civil, el Cid fue un referente tanto para el bando golpista como para el republicano. Franco le homenajeó en 1955 como al "héroe de la cruzada contra los infieles", e inauguró una colosal estatua en su honor. Además, en el acto soltaron palomas, planearon aviones en formación y desfilaron tanques y paracaidistas.

"De la figura del Cid ha habido un uso político porque se le ha convertido en un portador de valores políticos, nacionales y religiosos, lo que ha servido para una visión nacional-católica del país", subraya al respecto Álvarez Junco.

Ya en democracia, también han hecho uso político de su figura el expresidente del Gobierno José María Aznar o Santiago Abascal, líder de Vox. "Nos sentimos orgullosos de Don Pelayo, del Cid Campeador...", expresó Abascal en un acto de su partido.

Sin embargo, los historiadores aclaran en este vídeo que entre la realidad y el mito hay importantes diferencias y, más que un héroe de la reconquista, fue un mercenario que combatió junto a guerreros musulmanes en su propio ejército. "Una parte de sus tropas eran musulmanes", señaló Alberto Montaner, mientras que María Victoria López-Cordón, Catedrática de Historia Moderna, aclaró que "él no combatió por ninguna unidad nacional, ni hizo ninguna cruzada".

En la misma línea, José Álvarez Junco afirmó que "si al Cid le hubieran preguntado si luchaba por España, no habría podido ni entender la pregunta porque España para él no era una unidad política". De esta forma, los historiadores coinciden en que el Cid Campeador ni combatió por la unidad de España, ni realizó ninguna cruzada.

Así exageró la iglesia su figura para exagerarse donaciones

'El Cantar del mío Cid' cuenta cómo aquel héroe castellano desterrado marchó por un camino que tomó laSexta Columna hasta llegar al monasterio de San Pedro de Cardeña, en Burgos, donde se supone que dejó a su mujer y a sus hijos. "Conservamos en la torre del Cid, el elemento arquitectónico más antiguo del monasterio, de tiempos del Cid, o anterior, una ventanita pequeñita y la llamamos ventana de doña Jimena. Según la tradición, desde esa ventana, Jimena despidió al Cid cuando se iba camino del destierro y todos los días subía para ver si volvía", indicó Roberto de la Iglesia, abad del monasterio de San Pedro de Cardeña.

Sin embargo, la realidad dista de este mito y es posible que el Cid ni siquiera pasase por esas tierras: "En la documentación de la época de la vida del Cid no hay ningún dato que lo relacione con el monasterio. Tampoco sabemos qué paso con doña Jimena y con sus hijos cuando el Cid estaba fuera. La posibilidad de que se refugiasen, siendo una familia de mujeres, en un monasterio masculino no es absolutamente imposible, pero no parece la opción más obvia", indicó Alberto Montaner.

Incluso en el propio monasterio creen que los monjes exageraron la figura del Cid para asegurarse peregrinos y donaciones. "Los monjes medievales alabaron, ensalzaron y estiraron mucho la figura del Cid en buena medida porque era una manera de vivir. Los monjes, entonces y ahora, tenemos que procurarnos la vida por nosotros mismos. A la entrada del monasterio, en vez de poner una figura religiosa relevante como san Benito, o alguien parecido, pusieron al Cid a caballo, incluso lo metieron en un proceso de canonización", destacó el abad Roberto de la Iglesia.

(*) Desde laSexta.com estamos recuperando los mejores reportajes de laSexta Columna, como este emitido el 6 de mayo.