"¿Por qué se trasladaba a los profesores que cometían abusos de un centro a otro?", le pregunta de forma directa Gonzo a Antonio Allende, delegado del sector de Educación de la Compañía de Jesús. "Yo esto me lo he preguntado mucho. Antes se consideraba que esto, más que un delito, era un acto moral. No se tenía mucho en cuenta a la víctima", reconoce Allende.

En este sentido, el representante de los Jesuitas señala que "lo que se tenía en cuenta es que esta persona que había cometido un acto impuro, había pasado los límites con alumno, y se les mandaba a otros sitios con restricciones y avisos a los superiores en la esperanza de que como era un acto moral, esta persona pudiera empezar de nuevo". "Luego se ha visto que esto era un disparate", expresa, unas palabras a las que Gonzo reacciona diciendo que "cuesta creer que pensasen que tomando esta decisión de moverlos de un centro a otro, donde también podía haber niños, se iba a acabar el problema".

"Ahora no nos parece que es así. Yo creo que entonces no pensaban como nosotros pensamos ahora", expresa, por su parte, el jesuita, a lo que añade: "Incluso para nosotros ha sido bastante doloroso al entrevistarnos con las víctimas el ver lo que esto les había producido". "En aquella cultura del silencio, de que es mejor lavar las cosas dentro de casa, se tomaban estas decisiones", lamenta.

Así, Gonzo destaca que los Jesuitas han sido "los primeros en investigarse a sí mismos dentro de la iglesia española". "Se identificaron 96 agresores y 81 menores víctimas. ¿Cuántos lo supieron y se callaron y dejaron que se siguieran cometiendo este tipo de atrocidades?", le pregunta el periodista, tras lo que el delegado del sector de Educación de la Compañía de Jesús asegura que no han "tenido mucha evidencia de que eso ha ocurrido".