Siete de los participantes del 11M, los más importantes, no pudieron llegar al banquillo porque se suicidaron, se inmolaron el día 3 de abril del 2004, cuando la policía cercaba ese piso de Leganés y asesinaron al subinspector del GEO, Francisco Javier Torronteras.

Ellos eran el núcleo duro, de los siete casi todos participaron como autores materiales en la matanza de los trenes, pero hay cuatro terroristas que tampoco pudieron llegar al banquillo. Mohamed Afalah, uno de los presuntos autores materiales, componente del grupo islámico combatiente marroquí, uno de los componentes de la célula que atentó el 11M. Huyó de Madrid y murió en Irak en el año 2005.

Daoud Ouhnane, fue cultivador de ajos en Las Pedroñeras, murió después de los atentados y con los galones propios de quien había participado en los atentados de Madrid, sus huellas aparecieron en la furgoneta Renault Kangoo empleado por los terroristas. Se convirtió en Yassin El Grande en Irak y también murió en un enfrentamiento con las tropas de la coalición con los norteamericanos y los británicos. Othman el Mouhib, es de los que menos se sabe, sus huellas y su rastro apareció en escenarios claves de la matanza y los servicios de inteligencia también consideran que murió en Irak en el año 2005.

Y el último, Said Berraj, es el único fugado que todavía sigue vivo de los participantes directos de la matanza de los trenes. Un veterano que había pasado por Afganistan, por Bosnia, un marroquí con formación militar. Hizo lo que hacen los altos operativos de Al Qaeda, unos días antes de la matanza, concretamente el 8 de marzo, desaparece de Madrid para ir a ver una hermana y no hay ni rastro de él. Los servicios secretos norteamericanos tenían noticias de que estaba en Indonesia, al frente de algún campamento Yihadista. Pero hoy sigue siendo la persona más importante, de más alta graduación de Al Qaeda, que participó en los atentados de Madrid y del que todavía nada se sabe.