Hubo un tiempo en el que parecía que el PIB español dependía de los chiringuitos, Mariano Rajoy los defendía: “Estamos a favor de los chiringuitos”, aseguraba. Incluso se cambió la Ley de costas para que saliesen favorecidos y sirvieron además para hacer campaña electoral: “Nuestras playas no se entienden sin chiringuitos, es una seña de identidad”.

Pero ahora, las arcas del Estado necesitan llenarse, por ello Montoro quiere resolver el problema de la economía sumergida inspeccionando los chiringuitos en verano, en busca del fraude. Los dueños se quejan, opinan que son demasiado duros y que les dejen trabajar tranquilos en los meses en los que ganan dinero.

Uno de ellos, asegura que los inspectores  estuvieron ocho horas sometiéndoles a entrevistas y revisando documentos. Y no solo le visitó Hacienda sino que también guardias urbanos y sanidad.