La dismorfia del selfie es un trastorno que padece la población, especialmente los jóvenes, y que consiste en querer parecerse a la fotografía de Instagram que se hacen con un filtro. Así, personas de entre 20 y 40 años entregan esa fotografía editada en centros de estética y piden parecerse a ella cambiando los pómulos, afinando la nariz o poniéndose más labios.

Desde la pandemia, han aumentando en un 30% las demandas de este tipo en las consultas de cirugía estética. Paloma Borregón, dermatóloga y médico estético, ha afirmado en Más Vale Tarde que cada vez ven más pacientes que van a consulta y muestran "lo que les gustaría ser con una foto con un filtro de Instagram".

Sin embargo, la doctora ha aclarado que "uno no puede tener los labios que quiera si no se parte de una buena base". "Los podemos mejorar, pero no podemos poner exactamente los del filtro de Instagram, y lo mismo pasa con la nariz o con los pómulos", ha explicado.

En este sentido, Borregón ha señalado que los afectados por este trastorno "no se acaban de ver ni con pequeños retoques" y, por ello, está en los médicos "la responsabilidad de decir que 'no'" a ciertas peticiones, ya que, tal y como ha subrayado, "a veces lo que el paciente quiere no es lo más proporcionado para su cara".

"Con la pandemia, y el aumento de las videollamadas, ya no solo ves al otro, sino que te ves a ti. Por este motivo, ha aumentado la demanda en cirugía estética. Además, con los filtros de Instagram, hace que ya te mires al espejo y no te gustes. Usar un filtro está bien, pero hay que saber parar a los pacientes con trastornos cuando vemos que se nos está yendo de las manos", ha manifestado.