Unidas Podemos está negociando con el PSOE prohibir todos los desahucios de forma permanente. Ahora mismo, está prohibido decretar un desahucio en pandemia. Pero sí se pueden ejecutar los que se hubieran sentenciado con anterioridad. En Liarla Pardo hemos querido conocer de cerca la historia de Dolores Miranda, obligada a abandonar su casa en el barrio madrileño de Carabanchel.

Un equipo del programa la ha acompañado horas antes de que se fuera a producir el desahucio. Protege con sábanas más de 40 años de vida a la espera de que la echen. Con un contrato de renta antigua, dejó de pagar la Comunidad y varios recibos del agua durante 11 meses y los propietarios del piso la denunciaron por no tener más ingresos que la pensión de viudedad.

En su casa, tiene a su cargo a su nieto de 21 años, que tiene depresión y está en tratamiento psicológico y psiquiátrico. Dolores no puede reprimir sus lágrimas según pasan las horas que acabarán por expulsarla de su vivienda. Su problema no acaba ahí: no tiene alternativa habitacional, y lo único que le ofrecen es irse a una residencia y su nieto, a un albergue.

A escasas horas de que se produzca un desahucio, un grupo de personas cada vez más numeroso se congrega ante las puertas de la casa de Dolores. Su objetivo: impedir el desahucio. Llegan los agentes de la Policía Municipal y se dan los primeros momentos de tensión. Los manifestantes aseguran que no pasarán. La emoción puede con ella cuando escucha a los reunidos corear su nombre. Ella aplaude: finalmente ha conseguido paralizar temporalmente su desahucio por su situación de vulnerabilidad.