El General Escobar deja de ser "el olvidado" 83 años después de su fusilamiento. El Gobierno le ha rendido homenaje para recuperar su honor con una ofrenda de flores sobre su tumba en el cementerio de Montjuïc de Barcelona. En el acto ha participado la nueva directora general del cuerpo, Mercedes González. El general Antonio Escobar fue uno de los altos cargos de la Guardia Civil que se mantuvo fiel a la República tras el golpe de estado franquista. En 1940 fue fusilado por la dictadura.
Pero, ¿quién fue Antonio Escobar Huerta? Fue la representación de muchas paradojas que se vivieron durante la Guerra Civil, de ahí que su historia haya merecido un Premio Planeta. Ferviente católico al que su sentido del honor y de la lealtad le mantuvieron siempre fiel al Gobierno republicano a pesar de sus creencias. Hombre de derechas, conservador, hijo, hermano y padre de militares y de una monja. Ingresó como soldado voluntario con tan solo 16 años en el cuerpo armado y tres años después, en el Colegio de Oficiales de la Guardia Civil. Fue nombrado general por la Segunda República. Ni el franquismo, ni la democracia, ni la Constitución le reconocieron el cargo.
Durante la Guerra Civil fue objetivo de ambos bandos: de los fascistas por mantenerse fiel a la República, y de la izquierda por ser un hombre de misa y criar a un hijo que luchaba entre los sublevados. Llegó a Barcelona en el 36, para ponerse a las órdenes de Lluís Companys, por orden del presidente Azaña, y como segundo mando al cargo de las fuerzas de seguridad catalanas. Aquel mes de julio, liderando sus tropas, hace frente a los rebeldes en el levantamiento militar haciendo fracasar la sublevación en Cataluña.
Aquello le condenó. En marzo del 39, acaba entregándose, como la última resistencia republicana al general fascista Juan Yagüe, el carnicero de Badajoz. A sabiendas de sus creencias, este le ofrece salvarse, huir de España. Pero Escobar lo rechaza. Quiere compartir el destino de sus hombres: "Las guerras, hay que saber perderlas", le dijo.
A pesar de las peticiones de indulto de altos cargos de la iglesia, como el cardenal Segura, Franco no cede. Se le condena por rebelión militar. Preso, juzgado y asesinado el 8 de febrero de 1940. Tal era su sentido del deber que él mismo dirigió al pelotón que ejecutó su fusilamiento en el foso del castillo de Montjuïc. Y acto seguido, le rindieron honores.
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Los que le llegaron 83 años después de aquel día y que su nieto se encargó de recoger en su nombre. Tardío, pero este ha sido solo el principio. En unos días, el Consejo de Ministros le reconocerá oficialmente el cargo de general, arrebatado en la guerra.