Desde la parroquia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, en Madrid, Andrea Ropero ha sido testigo de cómo es el servicio que ofrece esta iglesia, que hace las funciones de intermediaria entre personas que buscan trabajo y otras que ofrecen un empleo.
Allí ha podido hablar con Paco Blanco, vicario parroquial de la iglesia, que explica que, por allí, "pasan en torno a 240 personas, ha llegado hasta 300" y que "viene muchísima más gente en los últimos dos años". Comenta que, una vez llegan allí, se realiza un sorteo: "Antes se ponían en fila y atendíamos a los que venían, pero algunos para no perder la oportunidad venían el día antes, si llovía, si hacía frío, era un problema. Ahora sorteamos el turno y escogemos 20 personas, las que podemos atender".
A los candidatos que optan a las entre 12 y 15 ofertas de trabajo que les llegan por semana, cuenta que les elaboran una ficha a modo de curriculum y se les asigna un trabajo en el que encajen. Muchos de los aspirantes que acuden allí son personas sin papeles a los que el empleador no les puede dar de alta en la seguridad social. Para evitar abusos, explica que la propia parroquia "hace un seguimiento y se les dice las condiciones: sueldo justo, seguro privado sanitario, y también se revisa que nadie esté incumpliendo su compromiso, tanto desde la casa de acogida como de la persona que se presenta", explica.
Sobre por qué hace la parroquia las funciones de una oficina de empleo, explica que es "el pescado que se muerde la cola. No hay trabajo porque no hay documentos y no hay documentos porque no hay trabajo" y envía un mensaje a quienes piensan que los migrantes vienen a quitar el trabajo a los españoles: "Vienen a colaborar con el trabajo de los españoles y lo hacen muy bien y algunos vienen muy bien preparados", sentencia.
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