En este viaje a la infancia que Alaska está viviendo de la mano de Albert Espinosa, la artista está volviendo a descubrirse y a reconocerse en la niña que fue cuando tenía 10 años, en Olvido. Flipper o La Hormiga Atómica vienen a visitarle a sus recuerdos gracias a los cromos y los posters que le enseña el presentador de El camino a casa.

Ella está entusiasmada y Albert se alegra de verla tan alegre. "Eres muy agradecida, ¿eh?", hace notar él. "Es que estas cosa me dan la vida", reconoce. A ella le encantaba ese delfín. No tanto el niño protagonista. "No, yo de pequeña era de animales. Los niños no me gustaron nunca. Los niños de mi edad siempre me han parecido aborrecibles", reconoce.

Eso sí, puntualiza: "hasta que he sido mayor". "Y entonces tengo cariño por los niños", aclara. "Oye, si dices que te encantan los niños, ¿cómo es que no has tenido niños?", le pregunta Espinosa. "Porque no quiero ser madre. Una cosa es que te encanten los niños. Yo tendría un parvulario. Un parvulario para ir por las mañanas, verlos. Verlos, jugar con ellos, malcriarlos, y se los devuelvo a sus padres y que los críen", bromea ella.

"Porque a los niños hay que criarlos... y yo no estoy dispuesta".