La dislexia es una enfermedad que padecen cuatro millones de personas en España. Pese a ello, no es una enfermedad que se detecte en edades tempranas.

De hecho, muchos jóvenes se enfrentan a la dislexia sin saberlo en su etapa académica, aunque no es el caso de Irati, una alumna brillante de 16 años a la que detectaron la enfermedad en tercero de primaria: "Tenía muchas faltas de ortografía, me costaba un poco el escribir, aunque tenía mucha capacidad me costaba bastante. Fueron a hacerme las pruebas y salió que tenía dislexia".

Sin embargo, no siempre se detecta tan pronto. El sistema educativo español no está preparado para la detección temprana este trastorno del aprendizaje, como explica Araceli Salas, portavoz de 'FEDIS' (Federación española de dislexia): "La mayoría de los aprendizajes se dan a través de la lectura y lo que tienen que demostrar lo tienen que hacer a través de la escritura".

Los docentes advierten de que se necesita profundizar en programas de formación que ayuden a su identificación durante la infancia. "Tienen que estar detectados desde primaria pero hay factores que a veces tapan la sintomatología de una dislexia y, a veces, pensamos que son dificultades debidas a un entorno socio económico o, yo trabajo con bastante gente recién llegada a la comunidad, y achacamos esas dificultades a su incorporación a nuestro sistema educativo", explica Valeria, una profesora.

Los síntomas van desde las dificultades a la hora de expresarse hasta la complejidad para aprender canciones o dibujar. Unos síntomas que se pueden detectar desde los cinco años y que puede resultar clave para reducir tanto el fracaso escolar como el sufrimiento por el que pasan los ocho de cada diez niños con dislexia que tienen que recibir apoyo psicológico por problemas de autoestima, ansiedad o depresión.