En España hay más de 4.000 menores solos que llegaron al país sin su familia. Salif es uno de ellos y asegura que "es muy duro estar sin papeles, sin trabajo y sin nada": "Estoy estudiando y no puedo conseguir el certificado porque no tengo papeles. Es todo un poco duro".

Llegó a España hace dos años desde Mali, aunque su pasaporte dice que es menor, las pruebas médicas determinaron que no: "Ellos dijeron que yo no era menor y me dejaron en la calle".

La Fiscalía les reconoce como adultos y pueden ser deportados, pero la documentación de sus países de origen dice que son menores, lo que les deja en un limbo legal. "Otras administraciones reconocen esa documentación, por lo tanto, cuando va a tramitar cualquier cuestión le piden la autorización de un tutor que no tiene", explica Almudena Escorial, abogada de la Fundación Raíces.

Mohamed tenía apenas 16 años cuando consiguió entrar en la Península, estuvo en un centro de menores hasta los 18 y, aunque tiene permiso de residencia, no puede encontrar un trabajo: "La residencia no vale para trabajar".

Cuando alcanzan la mayoría de edad, para conseguir un permiso de trabajo necesitan un contrato a jornada completa y demostrar medios económicos, algo casi imposible para muchos de ellos. "El problema es que piden medios económicos cuando no puedes trabajar, con lo cual ya hay una incongruencia", asegura Almudena Escorial.

Mohamed ha tenido suerte pero algunas ONG denuncian que, en muchas ocasiones, la administración responsable de estos menores ni siquiera tramita los permisos de residencia. Son los 'dreamers' españoles: menores que llegaron a España persiguiendo un sueño, que está lejos de cumplirse.