Juan lleva cuatro años en España y todavía reconoce que mira de reojo cuando camina por la calle. Vino solo, huyendo de su país, El salvador. Allí llevaba una vida normal hasta que las maras se instalaron en su barrio y decidieron fijarse en él.

"Un día, cuando salgo, me dicen: el tiempo se te está acabando. Decídete por una pandilla o te matamos, no hay otra opción", cuenta. Al final, Juan decidió desaparecer. "Yo me vine y mi familia acabó pagando caro el que yo me viniera. La pandilla asesinó a mi padre", relata.

Sólo en 2015 El Salvador registró 6.600 homicidios; 20 diarios. La mayoría fueron ejecutados por jóvenes como Douglas. Con sólo 12 años pasó la Clica, la ceremonia de iniciación en estos grupos. El paso siguiente es una lista de tres nombres y una pistola en la mano.

El propio Douglas afirma: "Con el primero se te queda algo dentro, pero luego uno coge el vicio". Él lleva ya 20 asesinatos a su espalda. La cárcel ahora mismo tampoco soluciona el problema. "Son un centro operativo desde las que los principales líderes de las maras dan órdenes", explica un experto.

Muchos como Juan quieren venir a España. Pero, una vez aquí, comienza una nueva lucha. "Me lo denegaron, y a raíz de lo de mi padre decidí volverlo a pedir", afirma juan. Pero no se rendirá, dice. Lo pedirá las veces que haga falta porque sabe que si vuelve es hombre muerto.