Joaquín, de 21 años, se cruzó en Linares con los disturbios producidos en las protestas por la agresión de dos policías sin uniforme a un hombre que se encontraba con su hija menor de 14 años.

Francisca Quero, su madre, cuenta que su hijo se apoyó en un coche y se quedó mirando hasta que "vio que la gente salía corriendo hacia él y salió corriendo".

Según explica, fue en ese momento en el que sintió un golpe. "Pensó que le habían dado con una bola de goma, pero al correr unos cuantos metros más se vio la sangre, la pierna no le respondía y se echó al suelo porque no podía mantenerse de pie", cuenta Francisca.

El joven había recibió 10 impactos de fuego de postas, dos en la pierna izquierda y seis en la derecha. Su madre cree que 5 centímetros más arriba "le habría matado", porque "si mata a un ciervo con 140 kilos, cómo no va a matar a una persona".

Según nos confirma, van a denunciar los hechos usando como prueba los casquillos que fotografió y recogió en el lugar de los hechos. Esos mismos casquillos se los enseñó a los policías que acudieron al hospital a tomar declaración a Joaquín, que, según explica, reconocieron que "ese cartucho es de la munición que ellos suelen usar en otro tipo de altercados, pero que en una manifestación no se pueden usar".

Sin embargo, continúan investigando de qué armas salieron esos disparos, porque llegaron refuerzos policiales desde otros puntos.

Mientras, la agresión que desencadenó los disturbios también sigue siendo investigada. Según han podido saber varios medios, los policías declararon en sede judicial que ellos no empezaron la pelea; que no iban bebidos ni drogados; que tampoco se identificaron como policías, aunque sí dijeron a la presunta víctima que la iban a detener; y que no dieron patadas porque lo que se ve en el vídeo eran movimientos bruscos para apartar a la gente.