La Guardia Civil tiene conocimiento de la denuncia a las 11.49 el miércoles 12. Laura había enviado un mensaje antes de desaparecer a su novio, diciéndole que no estaba segura sobre si salir a andar porque hacía viento. Se inicia en ese momento la causa con dos frentes: investigación y búsqueda.
El padre y el novio de Laura, desplazados hasta Huelva, colaboran con la Guardia Civil y se fijan en que faltan unas mallas deportivas y unas zapatillas. Al salir de la vivienda se encuentran con un vecino, Bernardo Montoya, que dice no saber que había alguien viviendo allí.
En ese momento Montoya pasa a ser "un sospechoso con mayúsculas", aunque el Coronel incide en que "el espectro estaba abierto y se analizaron muchas cosas". "Estábamos pendientes de si volvía a la casa y también hicimos una investigación sobre él, y en las zonas donde viven sus familiares para estar alerta de su presencia", señala el Coronel de la Guardia Civil de Huelva, Ezequiel Romero. Todo un equipo investigaba al sospechoso.
La Guardia Civil pide de manera urgente la geolocalización del móvil de Laura, pero no recibe la autorización hasta el día 15 por la mañana. Apuntaba a que se encontraba en la parte norte del Campillo.
La búsqueda se centró en esa zona, y precisamente el día antes de encontrar el cuerpo un equipo de profesionales y voluntarios, con agentes forestales, ciclistas de montaña y cazadores que conocían muy bien la zona, peinaban los alrededores. "Se pasó por allí, pero es normal que pudiera pasar desapercibido", explica el Coronel, que además asegura que después de haber estado en el lugar de los hechos, "hasta que no estaba a metro y medio no se veía nada". El asesino no había escondido el cadáver, pero este quedó tapado por las jaras.
El domingo se comprobó la alarma que dieron unos vecinos que aseguraban haber visto a Bernardo el mismo día que fue identificaron y desapareció. El asesino volvió andando por una de las calles de su vivienda, ocultándose, pegado a la pared, y al ver a la patrulla se volvió inmediatamente.
Bernardo estuvo en el centro de salud de Cortegana quejándose de dolor en las costillas. Después echó gasolina en Palos de la Frontera y le pusieron un seguimiento permanente con refuerzos de Madrid.
Cuando se encontró el cuerpo de la joven profesora, Bernardo estaba en su vivienda y se había solicitado ya el poder entrar en su casa e intervenir su teléfono. El cuerpo estaba desnudo de cintura para abajo y presentaba claras agresiones. La Guardia Civil explica que sí hubo agresión sexual, aunque no se sabe de qué tipo. Tal y como contó el asesino al ser detenido, Laura "le había gustado mucho". Aunque dijo que no la violó, sí que confesó haberle bajado los pantalones y haberle hecho una serie de tocamientos.
Bernardo Montoya fue detenido el martes 19, después de que la Guardia Civil le viera salir con el coche y le siguiese hasta el campo, cuando iba en dirección a El Campillo. Cuando la Guardia Civil le tomó declaración Bernardo se inventó una historia, pero se autoinculpó, al incluir en su relato que había tenido contacto con ella.
Montoya cuenta que al verla volver del supermercado, la quiso introducir en el coche y que al intentarlo se dio un golpe con la puerta del coche. Se asustó y la llevó al campo donde la tiró. La Guardia Civil comprobó que Laura había comprado en el supermercado a las 17.20 horas. Justo después fue asaltada por Bernardo Montoya. Tanto la compra, como el ticket del supermercado fueron encontrados en la casa del asesino.
También, Montoya incluyó en su relato que la llevó en una manta que podría tener su sangre. La Guardia Civil encontró la manta y algunas pertenencias de Laura: la batería de su móvil, un monedero, una cartera con su documentación y las llaves de su coche y su casa.
La Guardia Civil desconoce aún dónde murió Laura, lo que sí está claro es que la noche del 12 al 13, Laura no estaba en esa casa.
Gracias a la declaración de unos vecinos que vieron el maletero del coche de Bernardo abierto, la Guardia Civil concluye que Laura no estuvo mucho tiempo en la casa del asesino. Según declaraciones de Bernardo, al verla venir de la compra la introdujo en su casa a la fuerza. Le ató las manos, le puso una cinta en la boca y la tiró al suelo. Laura intentó levantarse y le dio una patada en las costillas. Él se enfadó y la golpeó contra el suelo.
La Guardia Civil cree que Laura murió la misma noche de su desaparición, y que además, por la posición de sus piernas, no hay indicios de que sufriera en el lugar en el que fue encontrada.