Una agente destinado en Andalucía denuncia las presiones a las que están sometidos y que han llegado a dividir a los compañeros. Algunos de los guardias civiles cumplen con las reprimendas de sus superiores, pero los que no están de acuerdo reciben amenazas.

Los jefes les piden que se pongan mensualmente multas que van de las 800 a las 2.000. Muchos de ellos se niegan de manera rotunda, y ante esta manera de actuar reciben coacciones como esta: "No estoy dispuesto a estar perdiendo el tiempo en salvaros el culo, y no sé si os lo salvará a todos. Ya os he calado a todos, sé el que viene a trabajar, sé quién es el que viene a trabajar y se acojona, sé el que viene a trabajar para tocarme los huevos, se acabó."

Los compañeros que están cediendo son recompensados con una bonificación extra que oscila entre los 100 y 300 euros. Pero los que no quieren ceder, se están viendo obligados a pedir un cambio de destino donde dejen de sufrir amenazas.

Con estas conductas, el más perjudicado es el ciudadano, el cual se ve obligado a pagar este tipo de multas en una situación muy difícil.