Mira, por ahí viene el tren, parece que se va a meter en la misma casa. No se mete pero casi la roza. Un tren... Otro... Y otro... Con su ristra de mercancías. 70 veces al día desde hace cuatro años, que empezó a funcionar el nuevo apeadero.

Inmersos en un proceso judicial con Adif, no piden que dejen de pasar trenes, sino que cambien las traviesas ruidosas del siglo XIX por otras de hormigón más estables. Los vecinos sufren ansiedad, depresión... Y dicen que lo peor, junto con el ruido, son las vibraciones.

Julio cierra la puerta del jardín, baja las persianas... Para dormir su familia tiene que ponerse tapones. Su pesadilla son las pistas de padel que le construyeron frente a casa. Él y su mujer llevan cuatro años con ansiolíticos y antidepresivos.

El Seprona tachó los ruidos de "intolerables", y se llegó a paralizar la actividad de las pistas hasta que levantaron unos paneles insonorizantes que según Julio no han arreglado el problema.

Dice que desde entonces vive amenazado. Le llegaron a poner un paquet explosivo en casa. María es DJ y convive con el ruido en su puesto de trabajo. Lleva diez años pinchando. Desde entonces, tiene un problema auditivo.