Dávide pasó de vivir en la calle a encargarse de la ropa donada a la Fundación Arrels, que ayuda a personas sin hogar. Él sabe mejor que nadie sabe lo que más se necesita cuando aprieta el frío: "Mantas, saco de dormir y abrigos que abriguen porque hace frío". Esto es lo más urgente, pero desde las entidades alertan de que el problema de fondo es la falta de vivienda social. Así lo explica Marta Maynou, responsable de Arrels: "Las duchas, algo caliente y ropa de abrigo es muy necesario, pero ¿por qué no se puede ofrecer un alojamiento?".

Por su parte, en el Gimnasio social de Sant Pau del Raval cada día ofrecen mudas limpias, duchas, comida y, desde hace unos días, también ropa de abrigo. Y es que cerca de 170 personas van cada día a sus instalaciones, el 95% de los usuarios son personas sin hogar. Aunque la inmensa mayoría son hombres, también hay mujeres. Es el caso de Yolanda. Ellas, como siempre, son las más vulnerables ante agresiones.

Por ejemplo, en el local 'Lola, No Estás Sola', solo aceptan a mujeres necesitadas. Ofrecen ropa, agua caliente y, sobre todo, seguridad, ahora que el frío las deja más indefensas. "Cuando están en calle se tienen que esconder más y son menos visibles", explica su coordinadora Carla Anaya, que destaca que "los recursos no están pensados para las mujeres porque son minoría". Eso sí, a pesar de ser menos, el frío no hace distinciones por sexos.