La investigación, en el marco de la operación ‘Volaor-Martillo’, comenzó tras el accidente de un helicóptero en la provincia de Málaga en el que fallecieron un albanés de 40 años y una española de 32, cuando transportaban un alijo de hachís desde una zona entre Tánger y Larache, Marruecos.
Los agentes descubrieron que existía una organización que actuaba de intermediaria entre los marroquíes, que proporcionaban el hachís, y otra organización que distribuía la sustancia estupefaciente en Europa y que desarrollaba la logística necesaria.
Tras el accidente aéreo, los cabecillas de la organización estaban buscando adquirir en el mercado negro otros dos helicópteros, concebidos para uso militar, con seis plazas y una capacidad de carga de hasta 1.000 kilos, por los que estarían dispuestos a pagar 100.000 euros.
Una vez identifica dos los integrantes del grupo criminal se ha llevado a cabo una serie de registros de manera simultánea en los que se han intervenido el helicóptero accidentado, un BO-105, 900 kilos de hachís, 14 vehículos, 28.125 euros en metálico, una pistola municionada y lista para ser usada, así como varias armas cortas detonadoras, teléfonos móviles, material informático y abundante documentación.
El modus operandi de esta organización consistía en realizar un vuelo desde un lugar oculto de la sierra gaditana en horario nocturno para evitar ser detectados, sin planes de vuelo, ni activación de dispositivos de localización y además volando a baja altura para eludir los radares.
Una vez en vuelo, se dirigían a un punto predeterminado de carga de droga en Marruecos, desde donde volvían para posteriormente tomar tierra en otro punto diferente al de partida, normalmente fincas forestales o lugares de montaña previamente seleccionados por la organización por su inaccesibilidad.
Utilizaban helicópteros de tipo BO-105 ya que, por su versatilidad, pueden tomar tierra prácticamente en cualquier lugar, sin necesidad de una pista de aterrizaje asfaltada. La zona de aterrizaje era señalada por la organización, recurriendo a luces muy precarias lo que, unido a la facilidad para tomar tierra en casi cualquier sitio, dificultaba la labor de los agentes para localizar el punto de alijo.
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