En cuestión de horas Boquiñeni ha pasado a la desesperación. Con excavadoras, los servicios de emergencia han tenido que romper la carretera de acceso al pueblo e inundar los terrenos colindantes para que el nivel del Ebro bajase.

Pasadas las tres de la tarde se ha decretado el desalojo forzoso de la localidad. El caudal ronda los 2.150 metros cúbicos por segundo y los vecinos están desesperados. La presidenta Luisa Fernanda Rudi ha presidido una reunión con el Puesto Avanzado de Mando ante esta nueva situación.

En Pradilla de Ebro, los vecinos siguen desalojados desde anoche. Con vehículos particulares, autobuses y ambulancias se trasladaron al polideportivo de una localidad cercana. Desde entonces, no han vuelto a sus casas.

Ahora el foco está puesto en el siguiente pueblo, en Cabañas de Ebro. Allí se espera que no sea necesario desalojar porque han conseguido bajar un poco la furia del río.