Disponer de una 'habitación del pánico' donde refugiarse o pactar señales con los niños y los vecinos para que sepan cuándo tienen que pedir ayuda son algunas de las medidas que aconseja el nuevo protocolo para la seguridad de las víctimas de violencia machista y la valoración de su nivel de riesgo. Unos consejos policiales que se repartirán a las víctimas y que se recogen en la instrucción que acaba de remitir la Secretaría de Estado de Seguridad a las fuerzas de seguridad y que recoge el nuevo protocolo para la valoración del nivel de riesgo de violencia de género y de gestión de la seguridad de las víctimas.

La instrucción, a la que hemos tenido acceso, establece las medidas que deben adoptar los agentes, tanto las obligatorias como las complementarias, para cada uno de los niveles de riesgo de la víctima que son: no apreciado, bajo, medio, alto y extremo. Pero también otras de autoprotección en los distintos niveles dentro del plan de seguridad personalizado con cada víctima y para los menores en la que se recomienda a que se les enseñe a ir a la habitación segura en cuanto se produzca una situación violenta, avisarles de que está ocurriendo y acordar una palabra o un gesto clave para que sepan cuándo tienen que pedir ayuda.

Más de 52.000 maltratadas estaban en situación de riesgo en España a finales de 2015, de ellas más de un centenar en nivel alto y extremo, y casi 3.000 en nivel medio. Crear una lista de teléfonos de emergencia y asistencia para llevarla siempre consigo, instalar en el móvil la aplicación del Ministerio del Interior AlertCops u otras equivalentes, realizar algún curso de defensa personal si es posible y portar las fotocopias de las disposiciones judiciales de protección son otros consejos que pueden ayudar a autoprotegerse.

Y si el agresor ha abandonado el domicilio, lo más conveniente es cambiar las cerraduras y mejorar las medidas de seguridad en el domicilio, como videoporteros o alarmas conectados a las centrales de recepción. También es importante identificar a los vecinos de más confianza que pueden ser contactados en caso de emergencia, informarles de la situación y pedirles que llamen a las fuerzas de seguridad si advierten la presencia del agresor o si oyen gritos o sonidos de un ataque violento.