Los últimos meses del rey han sido complicados. Problemas de salud que le han obligado a pasar tres veces por el quirófano. La primera, después de caerse en una cacería en Botsuana.
Los escándalos hacen caer en picado la imagen de la monarquía. Se empieza a debatir sobre la abdicación del rey y Zarzuela busca un giro, un lavado de imagen. Se busca que el rey conecte con esa generación que no vivió el 23F y de paso presentar a un monarca con ganas de seguir.
El rey también es consciente del deterioro que ha sufrido la institución. Ve su marcha en el horizonte, sí, pero quiere dejarle al heredero un escenario mejor. Por eso ha intensificado su agenda.
Le hemos visto fuera de España, en países árabes, buscando contratos para empresas de nuestro país. En casa, al rey también le preocupa Cataluña. Quiere jugar un papel mediador entre los grandes partidos para buscar una solución al problema territorial. Se dejó ver en Barcelona junto al president de la Generalitat, Artur Mas. Es uno de los asuntos que don Juan Carlos quiere dejar cerrado antes de pensar en la sucesión.