A Ernest Maragall, diputado del PSC, varios manifestantes le impidieron llegar al Parlament. Entre estos manifestantes se encuentraba Ciro Morales, condenado a tres años de prisión precisamente por rodearles y por corear consignas contra él y contra las políticas de recorte.
Alrededor del diputado Alfons López Tena, se encontraban Ángela Bergillos y Francisco José, otro dos de los condenados. En caso de estos otros dos manifestantes, por alzar los brazos y cantar consignas de protesta. “El hecho de levantar los brazos en alto indica no querer atacarle. No hay amenaza, no hay violencia y no hay fuerza contra esa persona”, explica Isabel Elbal, abogada de dos de los condenados.
A la diputada Montserrat Tura le atacaron de esta misma manera, José María Vázquez le pintó una X en la espalada y por ello se le condena a tres años en prisión. Esta misma pena se le aplica a Jordi por desplegar una pancarta y pedir que cerrasen el paso a un diputado.
Olga, Carlos y Rubén estuvieron presentes cuando Santi Vila i Vicente, de CiU, llegaba al Parlament pero un grupo de manifestantes se lo impedía, los cuales han recibido la misma condena de tres años de prisión por gritar y recriminar los recortes.
Una sentencia que en el programa Más Vale Tarde de La Sexta, el propio Rubén calificó de injusta. "Son hechos que forman parte de cualquier tipo de protesta: levantar brazos y cantar consignas. Supone que cualquier persona que se encuentra en una manifestación puede ser detenida y encarcelada por el simple hecho de participar en esa manifestación", explica Rubén.
La Audiencia Nacional les absolvió en 2014 acogiéndose a la libertad de expresión pero el Tribunal Supremo tumba ahora ese fallo y condena a estas ocho personas por un delito contra las Instituciones del Estado. “Puede resultar muy desproporcionado y no hay una conexión clara entre la gravedad de la conducta y la gravedad de la condena”, explica Joaquín Bosch, portavoz de Jueces para la Democracia.