Es la segunda vez que España acude a las urnas en lo que va de año y lo más habitual es que la ciudadanía acuda a los colegios electorales con la intención de apoyar a la fuerza política con la que más simpatiza, pero esta situación no siempre se produce.

El descontento social con el sistema electoral actual y el fracaso de los comicios del 28 de abril, hacen que la indecisión esté muy presente en estas elecciones generales del 10N. Según datos del último CIS publicado, más del 30% del electorado todavía no tiene claro a quién votar, si este es tu caso debes saber que hay más opciones. Una de ellas es el voto en blanco.

¿Qué es el voto en blanco?

El voto en blanco consiste en depositar en la urna un sobre vacío y sin papeleta. Aunque no se adjudican a ninguna lista, a diferencia de los votos nulos, sí se contabilizan.

En España, el sistema electoral se rige por la ley d'Hondt, lo que establece que para que un partido político consiga representación en una circunscripción debe alcanzar, como mínimo, el 3% de los votos. Este 3% constituye la barrera electoral: cuanto mayor sea el número de votos en blanco más alto es este porcentaje y, por lo tanto, más votos necesita una candidatura para lograr escaños.

En las pasadas elecciones generales del 28A, del 75.75% de participación correspondiente casi a 35 millones de españoles, un 0,76% de los votos fueron en blanco. Un porcentaje mayor que en las generales de 2016, pero prácticamente imperceptible en la configuración de los resultados finales.

¿A quién beneficia el voto en blanco?

Para entender a quién beneficia y perjudica el voto en blanco, debemos conocer previamente el funcionamiento de esta ley d'Hondt que determina el sistema electoral español y rige la elección de diputados en nuestro país.

El voto en blanco, al ser un voto válido y que se contabiliza, se añade a la suma del porcentaje total de sufragios. Si el número total de votos aumenta, el mínimo necesario para lograr escaños también lo hace de manera proporcional. Por esta razón, el voto en blanco solo perjudica a los partidos más pequeños, que necesitarán más apoyo para conseguir representación en las Cortes Generales.

¿Qué más opciones hay?

Si realmente no te sientes identificado con ninguna de las ideologías políticas que presentan su candidatura a la Presidencia del Gobierno, en nuestro país hay más opciones a la hora de ejercer el derecho a voto: existe el voto nulo y la abstención sin penalización.

En las elecciones, puedes ejercer tu derecho a voto mediante el voto nulo, pero este voto no suma en el recuento de papeletas y, por lo tanto, no afecta a los resultados finales.

Un voto nulo es aquel que entra en las urnas en un sobre que no es oficial o el que contiene una papeleta no oficial. También se considera no válido el sobre que incluye papeletas de varias candidaturas o que tiene algún comentario, tachón o alteración.

Por último, también puedes optar por no ir a votar, es decir, por la abstención. Es muy difícil prever quién no irá a votar cada año, pero aquellas personas que deciden no dar a conocer su opinión en el panorama político, no están representadas en el escrutinio de votos y su acto no influye en los resultados electorales.