Coche. Diez kilómetros de trayecto. Infección de garganta. Receta: antibiótico, tres veces al día, hasta completar el ciclo. Diez kilómetros de vuelta. Parece extraño, pero así es una mañana cualquiera en el médico para un habitante medio de cualquier núcleo rural de Castilla y León.

Cambien el motivo de la visita y el tratamiento, pero la píldora sigue siendo difícil de tragar. Para miles de españoles pedir una receta es tan sencillo como caminar hasta su centro de salud más cercano. Para otros miles, habitantes de la mal llamada España vaciada, la receta tiene que esperar al médico, a un día de la semana concreto si lo quiere en su pueblo, o a moverse en transporte privado si es urgente.

Las elecciones en Castilla y León, adelantadas por el presidente popular Alfonso Fernández Mañueco tras expulsar a Ciudadanos de su Ejecutivo, comenzaron marcadas por la ganadería intensiva, pero la salud ha entrado de lleno en la campaña. Ya lo dijo el candidato socialista, Luis Tudanca: "Aquí es más fácil abrir una macrogranja que un consultorio médico".

La 'guerra' por el voto ha convertido a los consultorios, pequeños despachos médicos en los pueblos donde se desplaza el facultativo desde el centro de salud, en una figura clave del tablero. La enorme extensión de Castilla y León –94.226 km² de superficie, la región más amplia de Europa–, la dispersión de su población –25 habitantes por km², cuando la media española es de 96 (en Madrid asciende hasta los 839)–, y el envejecimiento de la misma los convierte en fundamentales.

Pero los recortes en Sanidad, la jubilación de los médicos, la falta de nuevos facultativos y el COVID-19 –la última gota– han tensado tanto la cuerda que está a punto de romperse. Y los más de 3.600 consultorios rurales pueden ser los primeros damnificados.

Los pioneros del Plan Aliste

"Ser menos no tiene que restarnos derechos", asegura, rotunda, Vanesa Mezquita, presidenta de la Asociación en Defensa de la Sanidad Pública de Aliste. Esta comarca zamorana pegada a Portugal es 'pionera' en Castilla y León. Y no para bien: fue la protagonista del llamado 'Plan Aliste', un experimento de la Consejería de Sanidad –entonces en manos de Ciudadanos– para establecer un sistema de citas previas a través de app, teléfono o internet y reducir la asistencia en los consultorios, concentrando gran parte de los servicios o de la atención diaria en una figura creada al efecto: Centros Rurales Agrupados.

Pero el programa se estrelló contra la oposición vecinal, contra la realidad y contra la política. No había médicos suficientes para ponerlo en marcha –tampoco para sostener los consultorios de la zona– y la medida, tremendamente impopular, fue bloqueada por Fernández Mañueco. El presidente del PP, partido que gobierna la región desde 1987, ha prometido ahora garantizar "por ley" que permanecerán abiertos.

Si puede. "Hace tres años teníamos doce médicos de equipo y cuatro de área. Desde enero de este año tenemos diez médicos y uno a media jornada, pero con el concurso de traslados nos quedamos con seis médicos y medio para cubrir 50 pueblos", detalla Mezquita, también alcaldesa de San Vitero, uno de los municipios afectados por la reforma.

Ella misma ha comprobado cómo el sistema establecido es ineficiente, con los vecinos siendo incapaces de comunicarse para solicitar cita previa y con la frustración creciente de que la atención sanitaria está destartalada. "No se puede hacer un plan sanitario para una comarca sin contar con sus peculiaridades", dice.

"Tenemos seis médicos para atender 50 pueblos"

Vanesa Mezquita (Aliste, Zamora)

La frustración es compartida a 250 kilómetros, en Guzmán (Burgos), un pueblo en la cercanía de Aranda de Duero. "La cosa no ha mejorado absolutamente en nada con la pandemia. Ha empeorado". Quien habla es Álvaro Cabrito, estudiante y uno de los miembros de Sanidad Rural, una asociación en defensa del sistema público de salud y de que la atención se garantice en los pueblos. Comenzaron a movilizarse en 2018 por la falta de médicos y, desde entonces, la situación ha ido cuesta abajo.

Cinco médicos para 6.000 habitantes

"Cuando empezamos en 2018 por la falta de médicos, en el centro de salud de Roa de Duero –de referencia en su zona– tocaban por ratio 13 o 14 médicos y había entre nueve y siete. Ahora tenemos ocho y, justo después de las elecciones, el 18 de febrero, nos quedaremos con cinco", explica a esta cadena.

Cinco facultativos para atender a 6.000 tarjetas sanitarias en 28 pueblos.

"Es inviable", asevera. Porque son los mismos médicos que hacen guardias nocturnas. "Si les toca, no pasan consulta al día siguiente. Y si ese día tocaba en un pueblo al que solo va un día a la semana, pues esa semana no hay consulta", detalla Cabrito.

Porque la falta de médicos es un hecho. Y no afecta únicamente al medio rural, aunque sí es donde se notan más sus consecuencias. Según los datos oficiales de la Consejería de Sanidad de Castilla y León, en apenas tres años (entre 2018 y 2020), el número de médicos de familia que ejercen en la Atención Primaria ha caído en 256. Esto es, menos doctores y más pacientes por cada facultativo.

Fuentes del departamento de Salud de esta comunidad reconocen que la falta de sanitarios es un hecho, aunque la circunscriben al conjunto del país. Es más, subrayan a esta cadena que, estadísticamente, la ratio de profesionales por tarjetas sanitarias a su cargo es la más baja del país: 909 por cada médico de familia, cuando la media es de 1.345.

Más del 10% de vacantes

A eso se suman los puestos sin cubrir. Al cierre de esta edición, la Sanidad regional no ha podido ofrecer datos de su sistema aunque el sindicato CESM cifra en 373 las vacantes existentes en la actualidad. Y es una cantidad "conservadora", advierten. "Si de la plantilla que en su día se diseñó para cubrir las necesidades sanitarias de esta comunidad entre un 10 y un 15 % está sin cubrir, el resto de médicos trabajan para cubrir ese porcentaje", afirma el vicesecretario general del sindicato en Castilla y León, Chema Soto.

A esa situación preocupante hay que sumarle otra: el COVID-19. "Los servicios están completamente saturados porque no se puede atender a la población con una plantilla que tiene un 10% menos de efectivos", sostiene.

"Con los consultorios rurales es uno de los asuntos donde la demagogia ha alcanzado cotas más altas", asegura Soto, que reconoce "situaciones concretas" en los que estos centros no han podido ser atendidos, pero que sostiene que no están cerrados. "Mis compañeros que trabajan en el medio rural a veces se ofenden. Decir de forma genérica que están cerrados es una falta de respeto para los que trabajan allí", reafirma.

El problema de base, y ahí coinciden todos los entrevistados, es la falta de médicos –en general– y lo poco que se cuida a los que hay. "En los últimos cinco años, de los médicos de familia formados en Castilla y León se ha quedado menos del 25% en nuestra comunidad", asegura el sindicalista.

Los servicios están saturados. No se puede atender con un 10% menos de plantilla

Chema Soto (CESM CYL)

La razón: la falta de posiciones estables, la abundancia de contratos de corta duración –días o semanas–, sueldos más bajos a los de otros países europeos y la pescadilla que se muerde la cola: al haber pocos médicos, hay una sobrecarga de trabajo.

Y mientras, la campaña electoral de cara al 13 de febrero se enreda. "Me parece un insulto que el señor Mañueco, después de haber cerrado los consultorios médicos del medio rural y de ser el responsable del destrozo de la sanidad pública, diga ahora que va a garantizar por ley que estén abiertos", asegura en una entrevista el candidato de Unidas Podemos, Pablo Fernández.

"Lo contrario del cierre de más de 3.000 centros ambulatorios y consultorios en Castilla y León es trabajar por la prestación de servicios", dice la vicepresidenta Teresa Ribera, encargada de las políticas de despoblación, en la sesión de control al Gobierno.

Pero ya no cuela. "Es algo con lo que siempre se hace campaña pero luego no se cumple", dice tajante Cabrito. "Vemos pasar las legislaturas y no toman medidas", denuncia.

Tampoco compran este discurso en Zamora. "Hemos convocado a los grupos parlamentarios para que vengan a San Vitero a explicarnos qué medidas van a tomar y qué van a aportar. Ni PP, ni PSOE, ni Cs nos han contestado. Mira lo preocupados que están", afirma Mezquita. Y remata: "Sin una sanidad continuada y digna acabaremos muriéndonos, despoblándonos y vaciándonos del todo".