Fueron muchas horas de
expectación, pendientes de los medios de comunicación, de la página del Ayuntamiento,
que colapsó, y actualizando Twitter cada minuto, hasta que a las 23.30 de la
noche llegó el mensaje que todos esperaban: "Los medidores traen buenas
noticias, el NO2 ha bajado, se desactiva el protocolo".
Ni restricciones al
tráfico ni al aparcamiento, ni disminución de límites de velocidad. El episodio
de contaminación había finalizado, el problema es que la comunicación llegó casi
a media noche, lo que ha generado una avalancha de críticas a las que se ha
sumado la presidenta de la Cominidad, Cristina Cifuentes: "A los ciudadanos no
se les puede informar a las 11:30 de la noche sobre si al día siguiente va a
haber medidas restrictivas, hay que tomarlas con antelación".
Manuela Carmena se ha
defendido explicando que estamos ante una cuestión meramente física: "No se
puede tomar ninguna medida hasta que llegamos a esos 180 miligramos de dióxido
de nitrógeno". Se debe a la inversión térmica, el dióxido de nitrógeno repunta por la
noche, a partir de las ocho y hasta las doce. Avisar
antes y pecar de precavidos, es precisamente lo que hacen en ciudades como
París.