Condenó las guerras

La videollamada diaria a la única iglesia en pie de Gaza que mejor refleja su humanidad: "Buenas noches, ¿cómo estáis?"

El contexto
Cada tarde, siempre que podía, llamaba a la única Iglesia católica de Gaza para saber cómo estaban. Nunca se calló sobre lo que estaba pasando en la Franja, dijo que era un genocidio. Ni tampoco se calló lo que ocurría con la llegada de migrantes: lo calificó de vergüenza.

papa videollamada

La figura del papa Francisco, quien ha muerto este lunes a los 88 años tras sufrir un ictus, será recordada, entre otras muchas cosas, por su condena a las guerras y al genocidio israelí en Gaza.

Cada tarde, siempre que podía, llamaba a la única Iglesia católica de Gaza para saber cómo estaban. Nunca se calló sobre lo que estaba pasando en la Franja, dijo que era un genocidio. Ni tampoco se calló lo que ocurría con la llegada de migrantes: lo calificó de vergüenza.

Este ha sido un habitual ritual durante sus últimos 18 meses de vida llamar a la única iglesia católica en la Franja de Gaza para saber cómo estaban las personas refugiadas allí.

Como se puede ver en el vídeo que acompaña esta noticia, el pontífice les preguntaba sobre qué habían comido ese día e incluso se esforzaba en 'chapurrear' en árabe.

Y, por eso, este martes en Gaza lamentan su partida. "La última llamada fue el sábado", recuerda Grabriel Romanelli, párroco de la iglesia católica de Gaza.

Porque Francisco siempre se mostró tajante con la actuación de Israel. "Bombardean a niños, esto es crueldad, esto no es guerra, quiero decirlo porque toca el corazón", declaró.

Incluso pidió una investigación tras dejar por escrito que, "según algunos expertos, lo que está sucediendo en Gaza es un genocidio". Siempre dando la cara por los migrantes, criticó la inacción de los políticos ante los naufragios masivos en las islas de Lampedusa o Lesbos: "¡Es una vergüenza!"

De esta última se volvió con 12 refugiados a los que acogió en El Vaticano. "No dejemos que el 'Mare Nostrum' se convierta en un 'Mare Mortuum'", llegó a decir.

Acciones cotidianas, como un simple desayuno, pero con aquellos que huían de las guerras, servía para dar visibilidad a los invisibles. Una lucha contra la injusticia que llevó hasta sus últimas horas de vida. El pasado domingo, apenas 24 horas antes de morir, reclamó defender la dignidad de los migrantes.