En el punto de mira del Presidente, como siempre, sus dos bestias negras, las "mecas de la externalización": China y México. "Vamos a mantener una buena relación con México. Espero. Pero si no, no pasa nada", afirmaba.

Difícil va a ser entre amenazas de aranceles, deportaciones masivas en puertas y su particular "Gran Muralla" en construcción. Por mucho que haya enviado a sus máximos responsables de seguridad y diplomacia a mediar al otro lado de la frontera. "Un viaje duro, porque México tiene que empezar a tratarnos justamente. Va a ser duro", según afirma Trump.

La mayor crisis entre Washington y México en décadas se ha suavizado tras las reuniones bilaterales donde Videgaray, ministro de exteriores de México, ha querido expresar en primer lugar "nuestra preocupación por el respeto a los derechos de los mexicanos en Estados Unidos".

Por su parte, John Kelly, Secretario de Seguridad Nacional de EEUU, aseguraba: "Voy a ser muy claro: No habrá deportaciones masivas".

Estados Unidos insiste: busca una relación migratoria justa. Rex Tillerson, Secretario de Estado de EEUU, sostiene que "Hemos hablado de la importancia de un trato justo para todos los implicados en este tránsito".

Además, sugiere que se concrete en una próxima Cumbre en Washington. ​