El estudio, cuyos resultados se han publicado en la revista británica "Sociology Journal", es la mayor encuesta realizada en el país con la participación de más de 161.000 personas. En él, se han deshechado los anteriores parámetros que solían definir la clase social -ocupación, renta y educación- y se han inclinado por otras tres dimensiones: la económica, la social y la cultural.

Los resultados obtenidos presentan un abanico de siete clases sociales, cuyos extremos son la "élite" (el grupo más privilegiado y alejado del resto de clases por su riqueza) y el "proletariado precario" (representa a un 15% de la población y son el colectivo más desfavorecido).

"Este trabajo nos demuestra que todavía hay una base y una cima, que en la cima todavía tenemos una elite de gente muy rica y en la base un grupo muy pobre, con muy poco compromiso cultural y social", señaló la profesora de sociología de la Universidad de Manchester y miembro de la investigación, Fiona Devine. Para la experta, "es lo que hay en medio lo que es realmente interesante y emocionante", es decir, un área "muy borrosa" entre la clase trabajadora y la clase media tradicionales.

Este área se concreta en el estudio en cinco clases sociales, como la denominada "clase media establecida" (representa a un 25% de la población, con altos niveles económicos, sociales y culturales), la "clase media técnica" (grupo própero pero reducido que se distingue por su apatía cultural y aislamiento social).

Le siguen los "nuevos trabajadores acaudalados" (clase joven con nieveles medios de capital económico) y la "clase trabajadora tradicional" (no destaca en ninguna dimensión pero que no se puede clasificar como desfavorecida dado al alto valor de sus hogares). Por último, se encuentran los denominados "trabajadores emergentes", una clase nueva, joven y urbana que es relativamente pobre pero tiene un alto capital social y cultural.