La victoria del candidato presidencial del Partido Panameñista (PPa), Juan Carlos Varela, contra todo pronóstico y encuestas, supone un claro castigo a las maniobras del presidente saliente, Ricardo Martinelli, para mantener el control del poder político.
Varela, de 51 años, es el más enconado enemigo de Martinelli, a pesar de haber sido su vicepresidente, cargo en el que se ha mantenido en la discordia por ser constitucionalmente irrenunciable.
Invariablemente, a lo largo de la campaña electoral, todas las encuestas coincidieron en situarlo en tercer lugar sin posibilidades de alcanzar al que parecía favorito, José Domingo Arias, del partido Cambio Democrático (CD).
Martinelli, presidente de CD, promovió la designación de Arias como candidato presidencial de ese partido, y le impuso a su propia esposa y consecuentemente primera dama, Marta Linares, como aspirante a la vicepresidencia en la fórmula electoral de ese partido.
La Constitución panameña establece que un jefe de Estado no puede ejercer dos mandatos consecutivos y debe esperar dos períodos presidenciales para volver a ser candidato, lo que también atañe a sus familiares en primer grado de consanguineidad y al cargo de vicepresidente.
Aliados entonces, Martinelli y Varela se presentaron a las elecciones de 2009 y ganaron como candidatos a presidente y vicepresidente, respectivamente.
Martinelli nombró, además, a Varela canciller de su primer gobierno, cargo del que al poco tiempo lo destituyó en medio de una pelea entre ambos irreconciliable.
El detonante de aquella pelea fue la oposición de Varela a los pasos que daba Martinelli, quien acusó a su aliado de deslealtad, por controlar los poderes Legislativo y Judicial, además de otras instancias autónomas del Estado.
Desde entonces, y aún más durante el proceso electoral que culminó en las elecciones de este domingo, Varela ha sido objeto de diversas acusaciones y aparentes hostigamientos políticos. "Yo lo conozco, y que Dios nos coja confesados", se le escuchó comentar a Martinelli por parte de un grupo de periodistas durante una transmisión televisiva desde la sede de su partido poco después de admitir la victoria de Varela.
Martinelli es dueño de una cadena de supermercados, entre otros negocios, y representa una de las mayores fortunas de Panamá, forjada durante las últimas décadas, y que no pertenece a la tradicional oligarquía financiera del país, con la que mantiene una abierta confrontación.
La familia de Varela es propietaria de una marca tradicional de licores y sí pertenece a esa oligarquía tradicional. "¿De qué se queja, si yo le vendo sus licores en mis supermercados?", dijo en una ocasión Martinelli sobre Varela.
Ambos, políticos y empresarios, mantienen muy pocas diferencias ideológicas pero representan dos maneras de actuar radicalmente diferentes y representan a sectores muy diferentes de la sociedad panameña.
Martinelli ha convertido a Panamá durante su mandato en el país de mayor crecimiento económico de Latinoamérica y ha realizado inversiones en infraestructuras nunca antes emprendidas y concluidas en esta nación que no llega a los 4 millones de habitantes.
Varela heredará esas inversiones y su carga, que han duplicado la deuda pública en los últimos cinco años. El virtual presidente electo de Panamá ganó las elecciones de este domingo con casi 7 puntos sobre Arias, el segundo más votado.
Varela obtuvo el 39,3 % de los votos escrutadas el 81,54 % de las 6.330 mesas electorales, según los resultados preliminares extraoficiales difundidos por el Tribunal Electoral.
Los resultados oficiales serán proclamados en unas 48 horas por la Junta Nacional de Escrutinio (JNE), aunque las autoridades de los comicios han sido enfáticas al explicar que los mismos no diferirán de los extraoficiales.