La ONU ha alertado de "un fuerte aumento de suicidio" de menores afganas y recoge testimonios de estas jóvenes. "Si no tengo posibilidad de salir del país mi única opción es morir", cuenta a este organismo una de las decenas de víctimas. Es el caso de Sadiika, que juega con sus amigos y amigas en una aldea rural al oeste de Kabul, la capital de Afganistán. Ella aún no lo sabe, pero a sus ocho años ya ha sido vendida para que contraiga matrimonio forzoso.

A unos metros está su madre y en su mirada podemos leer un gesto de dolor. "No tenemos dinero, no tenemos ni medicinas para ellos", cuenta; y también su padre argumenta como puede que no tenían otra opción. Su hija es una de las 371 menores que han sido víctima de estos matrimonios concertados solo en el primer trimestre de este año.

Es un drama que afecta a numerosas menores por las circunstancias políticas y económicas del país. "Hay varios factores que explican el creciente número de menores vendidas, entre ellos: la inequidad de género, la falta de acceso a la educación, la pobreza extrema que enfrentan muchas familias y también que son prácticas asentadas en esa cultura", explica Lorena Cobas González, la responsable de emergencias de Unicef España.

Una de cada cinco niñas es víctima del matrimonio forzado

El de Sadiika no es un caso aislado. Una de cada cinco niñas es forzada a casarse con menos de 15 años. Con esa estadística, sabemos que muchas de esas niñas con las que Sadiika camina alegremente han sido o serán vendidas a otras familias.

Son varios los videos que circulan por las redes sociales denunciando la situación de estas menores. En uno de ellos vemos a una niña de 13 años, agarrada a su madre, resistiéndose a irse a vivir con el hombre de 60 años, la misma edad que su padre, al que la han vendido. También se ha convertido en viral otro video en el que intuimos bajo los burkas el gran disgusto que provoca a la madre de una menor de 12 años (y a sus hermanas) que tenga que irse del núcleo familiar para casarse con un combatiente talibán.

"Esto es tremendo para las niñas, porque no solo es una agresión física porque tienen que cumplir con sus roles de esposa, e incluso acaban teniendo embarazos muy tempranos con un cuerpo que aún no está preparado, sino que además hace que abandonen la escuela", argumenta la responsable de emergencias de Unicef.

Sin derecho a la educación

Ese es otro de los graves problemas. Desde que en el verano de 2021, los talibanes llegaron al poder, más de tres millones de niñas afganas tienen prohibido acudir a clase. El llanto de una de esas niñas en la puerta cerrada de su colegio dio la vuelta al mundo. Como ella, niñas como Samaa de 12 años han mostrado a los cooperantes de Unicef su día a día.

Conserva sus cuadernos y bolígrafos e intenta seguir escribiendo y dibujando en la clandestinidad, escondida en su casa. "Tendría que estar en séptimo curso, sigo haciendo mis dibujos y deberes y espero poder volver pronto a la escuela", relata con gesto triste.

En otro de los videos Unicef se entrevista con Zahra, de 15 años. Muestra a la cámara un estetoscopio y una bata blanca que tiene guardadas en un armario. Simbolizan su sueño, el de convertirse en doctora, al que tiene que renunciar sin posibilidad de formarse: "Estoy triste, deprimida y sin esperanza", comenta cabizbaja.

Se disparan los suicidios de mujeres y niñas afganas

Esta desesperanza ha hecho mella en las mujeres afganas. El relator de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en Afganistán, Richard Bennet, alerta de un "fuerte aumento de suicidios o de intentos de suicidios, especialmente entre las mujeres jóvenes". Un informe anterior de Naciones Unidas ya alertaba de que incluso antes de la llegada de los talibanes en 2021 una de cada dos mujeres sufría angustia psicológica.

A esto hay que sumarle una pobreza extrema que hace que la mitad de la población afgana no tenga una nutrición básica y ni siquiera acceso al agua potable; pero la situación para la mujer ha empeorado notablemente. Es muy difícil obtener cifras de suicidios porque los talibanes impiden a los médicos que registren los casos de personas que han decidido poner fin a su vida. Los últimos informes, de 2012 ya apuntaban a que el 95% de los suicidios eran de mujeres, y que la gran mayoría tenía entre 14 y 21 años, la edad media en la que son vendidas.

Las ONG han recabado testimonios anónimos de niñas que son desgarradores: "Si no tengo posibilidad de salir del país mi única opción es morir". El régimen talibán no solo no permite a las niñas ir a la escuela (desde la primaria a la universidad) sino que el relator de la ONU sostiene que también han impedido a decenas de mujeres viajar a otros países en los que habían recibido becas.

En el contexto de pobreza y hambre, además, muchas familias ven en la dote la única salida. Rabia, mujer afgana de 28 años, entregó a su hija de 12 años en matrimonio para devolver los 50.000 afganos (unos 550 euros) que le había prestado un hombre de 40 años. También la venta de una menor fue la única salida para Saida, que intentó vender a su hija, pero "estaba tan desnutrida que revocaron el contrato matrimonial", lamenta entre lágrimas por no poder ni darle qué comer.

La responsable de Emergencias de Unicef España alerta además de que la edad a la que se vende a las niñas es cada vez menor, "hay familias que comprometen incluso a sus hijas desde que tienen 15 días", denuncia. Una situación límite que exige medidas urgentes, para que ninguna niña pueda ser vendida como mercancía y que pueda garantizarse su derecho a tener un futuro digno.