Las pequeñas de 12, 13 y 17 años pasaron los últimos 24 meses encerradas en sus habitaciones. Allí eran obligadas a escuchar música a todo volumen, 24 horas al día, 7 días a la semana. Una tortura psicológica grabada constantemente por un sistema de cámaras de vigilancia.

"Los padres podían ver cuando las niñas necesitaban ir al baño, pero según las pequeñas no siempre les daban permiso", ha comentado uno de los policías. Tampoco podían ducharse y recibían comida una vez al día.

Las dos hermanas pequeñas lograron escapar esta semana por la ventana de sus habitaciones después de que el padrasto les amenazara con un cuchillo. Corrieron hasta la casa de unos vecinos y estos llamaron a la policía. Nunca habían escuchado nada hasta entonces. "Me siento horrible. Si hubiéramos notado algo o escuchado algún grito hubiéramos llamado a la policía, pero nunca oímos ningun ruido", han declarado.

Cuando la policía entró en la casa se encontró a la hermana mayor encerrada en su habitación, sellada por completo para que los ruidos no se escucharan fuera. Los padres están acusados de 19 delitos por secuestro y abuso de menores. El principio del fin para una pesadilla que ha durado dos interminables años.