Campañas de bombardeoscomo la que ahora azotan Gaza suelen ser el paso inmediatamente previo, despejando el terreno, para una incursión terrestre. Así se vio, por última vez, en el sangriento verano de 2014, cuando Israel lanzó varias operaciones para entrar -por mar, tierra y aire- en la Franja. El objetivo declarado entonces era acabar con los túneles clandestinos de Hamás que cruzaban a territorio israelí y con los cuarteles, arsenales, mandos y milicianos palestinos que encontraran. Ese sería también hoy, aseguran los analistas, el objetivo realista de la operación.

"Es evidente que si Israel quiere acabar con Hamás -no definitivamente, porque Hamás no morirá, pero puede erradicarlo durante 10 o 15 años- tiene queentrar en Gaza. No le queda otro remedio. Pero va a ser muy duro porque le están esperando: Hamás quiere que entren en Gaza, Hamás quiere ampliar la guerra", explica el analista especializado Ignacio Cembrero para Al Rojo Vivo.

De hecho, otros expertos explican que la ofensiva palestina buscaba sobre todo frenar que Arabia Saudí reconociera al Estado de Israel; un acuerdo que estaba muy cerca y les hubiera dejado muy huérfanos de aliados (detrás hubieran ido otros países árabes como Kuwait). "Netanyahu ha caído en esa trampa de Hamás", apostilla al respecto Blas Moreno, de 'El Orden Mundial'.

También remarcan los especialistas que Israel tendría ahora otro objetivo, un desiderátum menos realista: que Gaza se vacíe. El plan, su ideal, sería que los palestinos, asediados, se vayan -por los corredores humanitarios- para no volver. Cosa que, según coinciden todas los especialistas, no va a pasar.

En cualquier caso, esta operación será mayor que la de 2014: se agolpan en torno a la Franja mayor número de tanques, armamento y más de 300.000 efectivos ya. Veremos, dicen los que saben, armados israelíes patrullando y atacando en territorio palestino. Pero no en la ciudad de Gaza, ni, más allá de declaraciones grandilocuentes, una ocupación, explican.

Pedro Rodríguez, profesor universitario de Relaciones Internacionales, puntualiza que "realmente se habla de misiones, de incursiones, no deocupación; porque es un escenario imposible de materializar incluso para las fuerzas armadas de Israel". "Las otras veces que Israel ha incursionado, no le ha salido bien", añade Eduardo Saldaña (EOM) en Al Rojo Vivo. Y eso que lo ha intentado en al menos media docena de operaciones militares con incursiones durante los últimos 20 años.

La dificultad de ocupar -y mantener ocupada, sometida- Gaza estriba en que, para empezar, su centro neurálgico, la Ciudad de Gaza, es de orografía complicada para los tanques. Para continuar, todo el territorio palestino está plagado de trampas y, para rematar, los de Hamás están muy entremezclados con la población civil, un gran 'escudo humano', y someterles acarrearía "ingentes daños colaterales que minarían cualquier legitimidad israelí", de acuerdo con Félix Arteaga, del Real Instituto Elcano.

Ya pasó en 2014, cuando las Fuerzas de Defensa Israelíes se vieron empantanadas y acabaron retirándose, señaladas además por la ONU por crímenes de guerra. Aquello se saldó con más de 2.000 palestinos muertos, el 80% civiles, por 71 efectivos israelíes caídos.