Francia se siente de nuevo señalada y se blinda con la
Eurocopa, el Tour y el verano a punto de empezar. Eventos de masas que podrían
atraer a los yihadistas justo cuando se han cumplido seis meses del viernes
negro que aterrorizó a París y al mundo.
Hace sólo unos días, el jefe de la Inteligencia gala
alertaba de que Daesh estaría preparando una ola de ataques contra grandes
multitudes. Por lo que el Parlamento francés decidió ampliar el polémico estado
de Emergencia otros dos meses.
Confían en que las medidas extra de seguridad disuadan a los
terroristas y animen a los turistas. Lo mismo esperan las autoridades egipcias:
este incidente es un nuevo varapalo para uno de los pilares de su economía, el
turismo, muy tocado por tres graves incidentes aéreos en menos de un año.
Lo saben bien en la ciudad balnearia de Sharm-el-Seik, de donde despegó el chárter ruso que se estrelló en octubre, con 224 muertos, atentado que se atribuyó Daesh. Allí el 80% de los hoteles están cerrados ahora, la vida está reducida a casi nada.
Todo esto, mientras los familiares lloran ya a las
posibles víctimas, París y El Cairo cruzan hipótesis, y la investigación aún
tiene que determinar qué pasó en ese vuelo de madrugada.