Empieza a ser una pauta de conducta, el espacio humanitario se encoge cada vez más. "Los propios campos de refugiados, los hospitales pasan a ser un objetivo claro y directo", explica Natalia Angüera, de Acción contra el hambre.
Kunduz, Alepo y ahora otro campo de refugiados, donde lo único que hay es gente que llega huyendo de la muerte para al final morir igual. Y lo peor, nadie asume el ataque. Una prueba más de que las guerras han cambiado: demasiados grupos armados en un sólo conflicto.
"No necesariamente todo son actos deliberados, de bombardeo del hospital, pero no son accidentes, son el producto de la violencia indiscriminada, de los bombardeos indiscriminados", señala Joan Tubao, Director General de Médicos Sin Fronteras España.
75 hospitales de MSF y estructuras médicas apoyadas por esta organización fueron alcanzados por bombardeos en 2015, de media uno por semana y hay algo más sutil aún y destructivo, el acceso a las víctimas resulta cada vez más complicado.
"Es utilizar el hambre como arma de guerra, es decir, hacer a las poblaciones todavía más vulnerables para que, de alguna manera, den apoyo a una facción o a otra", explica Natalia Angüera.
La resolución de la ONU, dicen las ONG, tampoco aporta nada nuevo, incluso hablan de incoherencia. "Son situaciones de guerra apoyadas de una forma u otra por coaliciones en las que hay cuatro de los cinco miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas", afirma Joan Tubao.
En una zona de Yemen ocho trabajadores de MSF trabajan en el sótano de un hospital, 24 horas, con un estrés agobiante, nunca han tenido tan clara su absoluta convicción de salvar el máximo de vidas. Aunque ahora la suya penda de un hilo.