Los empleados del Banco de Chipre han ocupado su sede central. Se sienten víctimas del rescate. Se manifiestan después de que el presidente del Banco de Chipre haya dimitido, dice que no le han consultado el plan de reestructuración. La entidad no ha aceptado su renuncia y los empleados se ponen de su lado.
No es la única manifestación en las calles de Chipre. Los estudiantes también han salido a la calle por miedo a perder su futuro. En medio de este ambiente, Chipre trata de llevar a la práctica lo impuesto por Bruselas y así poder abrir todos los bancos el próximo jueves.
Bruselas ha confirmado lo que el lunes desmintió: la Comisión Europea está trabajando en una normativa para que sean los accionistas, acreedores y depositantes de más de 100.000 euros los que salven a los bancos. Joaquín Almunia lo justifica como una contribución lógica.
Pero a la vez, se repite una idea para tranquilizar: España no es Chipre. Políticos y economistas coinciden en que ningún país de la UE tiene un modelo de sistema bancario como el de Chipre, basado en la atracción de depósitos no residentes.