Visitamos Argumosa 11, uno de los edificios madrileños víctimas de la especulación urbanística. Teresa, de 68 años, lleva dos décadas viviendo allí y en menos de 20 días la echan para convertir su casa en un piso turístico.
"Yo estoy sola en este país. No tengo a nadie, entonces qué hago. Yo me veo en la calle con todo mis bártulos y todo el rollo así. Le tengo miedo al 1 de junio", nos comenta.
Su alquiler es de 320 euros, pero su pensión apenas llega a los 370. Ahora, con la subida masiva de los precios que superan los 1.000 euros en la zona ve imposible encontrar otro hogar. "Sólo les interesa el dinero, sé que es goloso pero no te aproveches de nosotros ni nos dejes en la calle", comenta disgustada.
El auge de plataformas como Airbnb o el alquiler de viviendas de uso turístico en detrimento de las de larga duración, preocupa y mucho a los vecinos que dicen están siendo expulsados de sus barrios.
"Cada vez las condiciones para el alquiler para la población son más difíciles, se les están echando de sus barrios de sus viviendas", afirma Javier Gil, portavoz de el sindicato de inquilinos. Por su parte, Beatriz Toribio, portavoz de Fotocasa, dice que "hay propietarios que nos dicen que optan por el alquiler turístico porque tiene grandes rentabilidades y es lo que está provocando que muchos inversores que apuesten por la compra de viviendas para ponerlo en alquiler".
Por eso algunos ayuntamientos como el de Madrid o Barcelona ya han puesto en marcha planes para limitar la proliferación de este tipo de alquileres. "Me parece una medida desmesurada, abuso de poder, algo francamente deplorable", asegura Adolfo Meras, presidente de Madrid aloja.
Planes nada bien recibidos por asociaciones de propietarios pero que pretenden evitar que muchos vecinos como Teresa, tengan abandonar su casa para alojar solo unos días a los turistas.