El pasado 1 de febrero, Tom Brady quebraba la voz del deporte al comunicar su retirada tras 22 temporadas en la NFL. "He amado mi carrera en la NFL, y ahora quiero utilizar mi tiempo y energía en otras cosas. Me he hecho muchas preguntas, y estoy orgulloso de lo conseguido. Pero entrenadores, fans y compañeros merecen el 100% por mi parte. Por ello, es mejor dejar el terreno de juego a una nueva generación", escribía hace 40 días el quarterback.

Sin embargo, al igual que ocurrió después de que Michael Jordan dejase el baloncesto el 6 de octubre de 1993, tuviera un efímero paso por el béisbol y comunicase el 18 de marzo de 1995 con el legendario I'm back (Estoy de vuelta) su regreso, el mariscal ha decidido echar marcha atrás y volver a la competición.

"Estos últimos dos meses, me he dado cuenta de que mi lugar sigue estando en el campo y no en las gradas. Llegará ese momento. Pero no es ahora. Amo a mis compañeros de equipo y amo a mi familia que me apoya. Ellos lo hacen todo posible. Regresaré para mi temporada 23 en Tampa. Tenemos asuntos pendientes", reza su comunicado.

El único con siete Super Bowl, a punto de cumplir 45 años, disputará su 23º temporada en la NFL de la mano de los Tampa Bay Buccaneers, franquicia con la que ganó el anillo en 2020 (los otros seis los alzó con los Patriots).

Brady, el mejor jugador de la historia, único con cinco MVP de la Super Bowl, vuelve con la intención de coronarse octocampeón. Decía Joaquín Sabina que "donde fuiste feliz alguna vez no deberías volver jamás", pero Tom, cerca de soplar las 45 velas, sabe que su casa son los terrenos de juego, no las gradas.