Desde que Gavi se hiciera un hueco en el primer equipo del Barça, ha demostrado que es todo coraje. Reconoce el jovencísimo mediocentro que no le gusta perder y que siempre se lo ha tomado muy mal.

Algo en lo que está trabajando. Lo ha contado en 'La Vanguardia': "He mejorado respecto a las categorías inferiores. Os lo podría decir cualquier entrenador. Lo llevaba bastante bastante mal y lo pagaban compañeros míos en los entrenos. Se me iba la cabeza, tenía mal perder".

Su formación como futbolista ha sido mayoritariamente en el Barça, donde llegó cuando era un niño de once años: "Recuerdo que dos meses antes les dije a mis padres que no quería venir, que tenía miedo de encontrarme lo que fuera... Hoy les doy gracias a ellos, que fueron los primeros en tener claro que debían traerme aquí".

"Me daba miedo todo. Era muy pequeño y no quería salir del pueblo y separarme de mis amigos. Luego, el primer año en Barcelona viví en la calle Balmes con mis padres, pero les dije que se fueran tranquilos, que yo quería vivir en La Masia", cuenta el internacional por España.

Nada más llegar no podía jugar y se centró en el fútbol sala: "No pude aguantar sin jugar, para mí era como respirar. Decidí apuntarme a una liga de fútbol sala en el colegio...".

"Lo ganamos todo menos el día que nos jugábamos la Liga... ese día jugué el primer partido con el Barça. Todavía me lo recriminan los compañeros del colegio", cuenta Gavi.

Entonces comenzó su amor por el Barça. Y hasta hoy. En una historia que apenas acaba de comenzar: "Yo por el Barça haría lo que fuera. Ojalá pueda jugar toda la vida aquí. Más feliz que aquí no voy a estar en ningún sitio".