En 1997 se inauguró en Bilbao el edificio que alberga el Museo Guggenheim. En su día fue tan rompedor que acabó con la imagen gris de la ciudad.

Casi 20 años después, este edificio, que en su día costó 20.000 millones de pesetas, se ha convertido en el emblema de Bilbao y en el del propio arquitecto. Precisamente eso es lo que divide las opiniones sobre él.

Desde que pequeño Frnk Gehry comenzara a jugar con bloques de madera, ha ido aumentando su pasión por la arquitectura. Esta dedidación le ha llevado a ganar el Príncipe de Asturias de las Artes. Antes ya había conseguido el premio Pritzker, el más importante de arquitectura. Además, ha conseguido convertir cada obra, ya sea en Praga, en la Rioja Alavesa o en Los Ángeles, un icono de la ciudad.