Contracultura, underground, movida, transgresión: Ceesepe es arte; un chorro de inquietudes y talento que llegó en el momento adecuado.

Carlos Sánchez Pérez, artísticamente conocido como Ceesepe, empezó a dibujar con 13 años. En los últimos años del franquismo, tocaba temas con los que muy pocos se atrevían.

Elsa Fernández-Santos, comisaria de la exposición 'Vicios modernos' ha asegurado que "están sedientos de contar cosas que no les han contado y que nadie les va a contar", y por eso "se las cuentan ellos mismos".

Con 16 años, Ceesepe ya publicaba en 'Star', una revista de Barcelona en la que creó a Slober: un anarquista políticamente incorrecto que arremetía contra todo. Su atrevimiento empezó a hacer que otros se atreviesen.

Por aquel entonces Ceesepe auguraba un buen futuro en las televisiones españolas: "Los que seguimos dibujando, yo creo que nos va a ir bien. Van a salir más revistas nuevas", declaraba.

Llegaron muchas otras y Ceesepe fue creciendo en creatividad y ambición. "Llega un momento en el que él muta en otra cosa. Muta en pintor y esa mutación se ve en los propios cómics", explica la comisaria.

Una explosión de color y de creatividad, aunque Ceesepe ya no se conformaba con los comics. Colaboró con Álmodovar creando los carteles de su ópera prima y llegó a rodar un corto sobre una de sus historietas.

Abrió su mente de tal forma que dejó el papel por el lienzo. Se convirtió en otro Ceesepe: un artista tan reconocido que hasta llegó a ser portada del 'New Yorker'.