Óscar ya no tenía calidad de vida, cuenta que en casa ya no dormía y si lo hacía, tenía que ser al lado de la ventana porque se asfixiaba. Su corazón se había ido agrandando poco a poco y ya no funcionaba correctamente.

"En este año ha necesitado hasta ocho ingresos por insuficiencia cardíaca", asegura Juan José Gavira, responsable de la Unidad de Insuficiencia Cardíaca. Uno de ellos fue de un mes y por eso, optaron por implantarle un corazón artificial completo.

Según explica Gregorio Rábago, director de Cirugía Cardíaca de la Clínica de la Universidad de Navarra, "cuando los dos ventrículos están muy dañados y no tenemos capacidad de ayudarle, lo mejor es quitar todo el corazón y reemplazarlo por dos prótesis".

Ocho horas se necesitaron para retirar los ventrículos de Óscar y sustituirlos por dos dispositivos que harán las labores de un corazón, bombeando la sangre. Todo va unido a una consola, una mochila que guarda las baterías, de unos 7 kilos de peso, un sistema totalmente autónomo.

Después de un mes en la UCI, Óscar está recuperándose, en unos días le darán el alta y se siente feliz al poder volver a casa con su nuevo corazón. "Voy evolucionando mucho mejor, tengo mejor carácter y más ganas de hablar, en definitiva, más ganas de vivir", añade.

Se trata de una solución temporal, pero que le permitirá estar en mejor condición física para cuando llegue su corazón definitivo.