El Partido Popular de Alfonso Rueda ha sido, con diferencia, la lista más votada este 18 de febrero en Galicia. El sucesor de Feijóo ha roto con los últimos pronósticos y ha logrado consumar la mayoría absoluta; ese resultado que tanto necesitaba para mantener su histórica hegemonía en la comunidad -solo ha perdido unas elecciones autonómicas en más de 30 años-. Los populares se han hecho con los votos de 688.000 personas, resueltos en 40 diputados (eso sí, dos menos que en 2019). Por tanto, superan los 38 imprescindibles -la mitad más uno- para gobernar en solitario. "Galicia mandó un mensaje a España: no queremos chantajes, ni hacerlos ni estar sometidos. No queremos privilegios de ningún tipo. Queremos igualdad, entendimiento", ha advertido Rueda poco antes de la medianoche.

En contraposición, el Bloque Nacionalista Galego (BNG), segunda fuerza más votada en estas elecciones, ha vivido un fuerte incremento de los apoyos que de poco le sirve para expulsar al PP de la Xunta. Su resultado, aún sumándose con el de los socialistas, no abre la puerta a la cogobernanza. El partido liderado por Ana Pontón se ha asegurado 25 diputados tras cosechar el apoyo de más de 458.000 personas en estos comicios, convirtiéndose, como ha dicho la propia candidata, en un "referente indiscutible como alternativa", aun con un resultado global en busca del cambio que ha sido finalmente "decepcionante". Todo un triunfo para el nacionalismo de izquierdas en detrimento del Partido Socialista de Galicia, que cae estrepitosamente.

Que el PSdeG iba a ceder votos y escaños era algo que intuía la práctica totalidad de los gallegos y el propio partido, si bien el bloque progresista confiaba en que el ascenso meteórico del BNG pudiera mitigar los datos negativos de José Ramón Gómez Besteiro. Así se creyó incluso por unas horas este domingo, cuando los datos oficiales advirtieron de un aumento de la participación frente a las elecciones de 2019. Pero tras conocer los resultados, las palabras de Besteiro lo han resumido todo: "El trabajo lo realizaré desde la oposición, siendo el fiel reflejo de la política útil en busca de una política mejor". El batacazo de los socialistas, que de seguro afectará más a Sánchez que a Besteiro en términos políticos, ha acabado siendo tan sonoro (cae cuatro escaños, hasta los nueve, con poco más de 200.000 votos) como la no entrada de Sumar en el Parlamento.

PP - 40 escaños; BNG - 25 escaños; PSdeG - 9 escaños; D. Ourensana - 1 escaño

La formación de Yolanda Díaz, con Marta Lois a los mandos, no solo ha recibido esta mala noticia el 18F; también otra que, si cabe, es aún peor para ellos: según los datos, Sumar ha obtenido un resultado bastante inferior (1,89% de los votos) al que se llevó Podemos en la anterior cita electoral (3,94%). Son "malos resultados", como se ha limitado a decir Lois. La fuerza morada no sale mejor parada de esta llamada a las urnas: Isabel Faraldo ha cosechado el 0,26% de los votos, quedando incluso por debajo de PACMA (0,36%). Ello quiere decir que la estrategia planteada por esa esfera a la izquierda del PSOE no está surtiendo efecto para mejorar su relevancia en la línea regional. Sumar y Podemos no convencen por separado, como tampoco lo hace una ultraderecha que también se va con las manos vacías este 18 de febrero.

Vox tampoco ha conseguido entrar en el Parlamento gallego. La discreta campaña llevada a cabo por Álvaro Díaz-Mella no ha hecho, justamente, mella en el electorado más conservador de Galicia. El partido de Santiago Abascal sigue perdiendo credibilidad a medida que se celebran más y más elecciones, una situación que está beneficiando, sin dudas, al Partido Popular. Y los que salen... por los que entran, en este caso con nombre propio. Democracia Ourensana ha irrumpido por primera vez para colarse en la cámara gallega con un escaño. Este ha resultado ser un caso de lo más curioso, pues ha estado mucho más presente en campaña el líder del partido, el siempre polémico Gonzalo Pérez Jácome (ahora alcalde de Ourense), que el candidato, Armando Ojea. En cualquier caso, se trata de algo "absolutamente histórico que un partido de Ourense entre en el Parlamento gallego", tal y como ha definido el propio Jácome.

Feijóo necesitaba la victoria

Que Galicia hubiera acabado siendo gobernada los próximos cuatro años por fuerzas de izquierdas habría supuesto un duro mazazo para el PP; más bien, dos. El primero, porque un ejecutivo progresista habría puesto fin a un feudo histórico del PP. Esto es, uno de los bastiones más importantes de la derecha en el territorio. En Galicia, el PP ha logrado superar la mayoría absoluta en cada convocatoria electoral celebrada desde 1993, a excepción de la cita de 2005, en la que se quedó a las puertas de la misma con 37 escaños, frente a los 38 que sí pudo aglutinar en aquel momento la izquierda.

Con este, el PP ha logrado cinco triunfos consecutivos. Precisamente, el otro mazazo, quizá el más sonoro, se lo habría llevado la dirección nacional del partido y, muy especialmente, Núñez Feijóo, muy necesitado de esta victoria para consolidar su mando en la derecha. No en vano, cabe recordar que la estrategia de ofensiva constante contra Pedro Sánchez que intentó Génova a lo largo de la anterior legislatura salió bien el 28M, pero no el 23J. A finales de mayo, Feijóo creyó ver en el reparto de administraciones municipales y autonómicas una posibilidad de cambio.

El PP ha tenido tanto poder como no lo ha tenido en ningún otro territorio

Un cambio que, a nivel estatal, no fue tal. Por acomodo, o por no haber sabido enfrentar la llamada al auxilio del bloque progresista tras la debacle electoral meses atrás, a Feijóo se le escaparon por los pelos las opciones de llegar a la Moncloa. Por tanto, este escenario, el gallego, era clave no solo para Rueda, que podrá gobernar tras unas primeras elecciones al límite, sino también para Feijóo, obligado a recuperar la credibilidad en el espectro de la derecha e incluso en su propio partido ante el avance sin frenos de las nuevas corrientes de Andalucía y Madrid.

Y es que el golpe podría haber sido letal para Feijóo, precisamente por ser Galicia. El presidente del PP abandonó la Xunta de Galicia en 2022. Lo hizo después de mantenerse en la presidencia desde 2009; lo hizo pensando, quizá, que el éxito cosechado en Galicia podía extrapolarse a todo el territorio. Y la realidad es que no ganó el 23J y que Rueda ha caído en simpatizantes frente a los datos de cuatro años atrás, en un lugar en el que el PP ha tenido tanto poder como no lo ha tenido en ningún otro territorio.

Estos resultados del 18F arrojan también un dato paralelo de lo más interesante: se observa una suerte de auge del nacionalismo de izquierdas en España. Ahí están no solo los resultados del BNG, sino también los registrados por EH Bildu el 23J. En Cataluña se estancó, sí, pero quizá porque la posición de Junts y de ERC, en un continuo mano a mano directo con Pedro Sánchez, ya se lee en clave nacional, con sus efectos positivos y negativos para esa parte del espectro político. Las elecciones en Euskadi, en 2024 pero con la fecha aún por determinar, podrían certificar un cambio de tendencia que causaría un nuevo terremoto político.