Cuando el mundo antiguo empieza a desaparecer y el mundo nuevo se resiste en llegar, surgen los monstruos. Esta imagen gramsciana nos sirve para ilustrar la época de claroscuros que se dio en Europa tras el desastre de la I Guerra Mundial, cuando las morbosidades y los fantasmas desfilaron al paso de la oca.

Porque el nazismo tuvo como germen la derrota bélica de Alemania, una caída que fue humillación ante el mundo occidental. La crisis económica desencadenada tuvo su metamorfosis en el culto a la violencia; la caza de judíos se justificó con el argumento del darwinismo social. Con este planteamiento, el cineasta y escritor Chris Kraus revolvió su pasado y se sumergió en el claroscuro de su familia para traer hasta nuestros días a su abuelo Otto Kraus, integrante de las SS que protagonizó la llamada 'Solución Final'; una manera políticamente correcta de denominar el exterminio de seres humanos por parte del nazismo.

El libro donde Chris Kraus ajusta cuentas con sus monstruos familiares se titula La fábrica de canallas y ha sido publicado hace unos meses por Salamandra. Se trata de la penúltima denuncia a los causantes del horror de aquellos años, pero, eso sí, escrita en clave literaria; una novela extensa donde el amor y el humor se combinan con pasajes espeluznantes como el que tiene lugar en los bosques de Riga donde el abuelo del escritor remata en un foso a una mujer moribunda abrazada a su bebé, al que también dispara.

Con estas cosas, la novela de Chris Kraus resulta ejemplar a la hora de mostrar la herida familiar y su posterior denuncia, algo que aquí, en España, abunda poco. Recordemos que el fascismo de botijo y golondrino que fue nuestro franquismo, ha tenido pocos juicios literarios desde los herederos de los vencedores en la Guerra Civil.

Cuando se trata de revisar la Guerra civil se hace desde la versión de Chaves Nogales, una versión por otro lado respetable también, pero que, debido a su interpretación interesada, se convierte en la versión oficial de nuestro conflicto, es decir, los unos y los otros fueron igual de buenos o igual de malos. Y así, de un plumazo, se da por terminada la polémica.

Hacen falta más textos como el de Chris Kraus que hoy nos trae hasta aquí, y que al autor alemán le sirve para exorcizar demonios mostrando el horror sin tapujos, en crudo, como el vivido por nuestro país desde aquel aciago día en el que Juan March y otros tantos capitalistas, alentados por la inversión financiera, organizaron el levantamiento militar que arrasó España y que hoy sigue presente en nuestro día a día, igual a ese viejo mundo que no termina de dejar paso a ese otro mundo, el nuevo, que tarda ya demasiado en llegar.

Y mientras tanto andamos como sonámbulos buscando el interruptor de la luz mientras los monstruos desfilan a sus anchas por las calles, alentados por una crisis económica que nuestros gobernantes se empeñan en disimular dibujando una sonrisa tras la ventanilla del coche oficial.