Dice el alcalde de Alcañiz (Teruel) y exdiputado del Congreso, Ignacio Urquizu, en su último libro que otra política es posible. Ese es el título de un relato en el que cuenta su experiencia como servidor público. No sólo eso, también cree que otra política es necesaria y urgente. Urquizu presenta su libro al tiempo que el Congreso de los Diputados sufre uno de sus momentos más amargos como institución. La cámara baja aún intenta asimilar el bochorno vivido después de que un diputado de Vox, José María Sánchez García, llamara bruja a una diputada del PSOEy se negara a abandonar el hemiciclo, tal y como le pidió la presidencia.

Urquizu fue diputado en el Congreso desde 2016 hasta 2019 y se marchó "muy decepcionado". Recuerda cómo al ocupar su sitio en el hemiciclo, un diputado le dijo: 'mira, Ignacio, aquí todo el mundo va a lo suyo menos yo que voy a lo mío'. Aquella frase resultó ser premonitoria. Años después dejó su escaño lleno de frustración: "no me sentía útil, asistí a demasiados debates que no aportaron nada a la gente. El resultado final era siempre la confrontación constante".

Urquizu presume orgulloso de encargarse de mejorar la vida de sus paisanos. Gestiona el pueblo que le vio nacer y confiesa que ha vuelto a "divertirse" haciendo política. De nuevo cree que el servicio público "merece la pena". Está feliz porque al final de año inaugurará un centro de día en el su pueblo y porque ha hecho posible que la Universidad a distancia sea una realidad para sus más de 15.000 habitantes. La política local se está convirtiendo en el mejor destino de nuestros políticos. No es el primer diputado que me cuenta que quiere salir corriendo del Congreso, huir del ruido y el cortoplacismo y abrazarse a la política cercana.

Para él, sociólogo, la brecha entre los políticos y los ciudadanos se está prolongando más de la cuenta por la crispación y la polarización. Nunca antes la democracia española salía tan mal parada en las encuestas y nunca antes los políticos estaban entre los principales problemas para la ciudadanía. Ahora sí. Pero tiene solución.

La receta de Urquizu es que bastaría con que nuestros representantes públicos se levantaran cada mañana creyéndose lo que dicen y sabiendo de lo que hablan. Se dice pronto, pero no parece tarea fácil en los tiempos que corren. En su libro, el alcalde alcañizano reflexiona sobre la importancia de la credibilidad en política y sentencia que su ausencia está detrás del divorcio entre las instituciones y la gente. Pero también ha influido la falta de acuerdo entre los adversarios que se ha vivido en los últimos años. Negociar y ceder está mal visto y eso, inevitablemente, provoca el enquistamiento del conflicto político y el desengaño en la ciudadanía. Hay otro ingrediente que parece olvidado entre sus señorías: la empatía. Para el autor de 'Otra política es posible', es indispensable ponerse en el lugar de quien no piensa como tú para intentar buscar puntos de encuentro.

En el Congreso, su Presidenta, Meritxell Batet, intenta evitar el deterioro de la institución. Ayer empezó la primera sesión de esta semana abroncando a los diputados y recordándoles que deben acatar las órdenes de quien preside los plenos. Batet ha defendido la libertad de expresar todas las posiciones políticas, pero al mismo tiempo ha señalado que "esa libertad ha acabado siendo utilizada de manera inadecuada, con insultos y ofensas a personas e instituciones". Para la Presidenta, determinadas actitudes no se deben permitir entre los representantes de toda la sociedad española. Ha preguntado a sus señorías si son conscientes de la imagen que proyectan hacia fuera y de lo que están trasladando a los más jóvenes que escuchan a la voz de la democracia.

Batet ha reivindicado en su reprimenda a los diputados que den ejemplo y demuestren que es posible una sociedad que sea capaz de escuchar al otro y entenderlo y de relacionarse con aquellos que piensan distinto. Les ha pedido, por favor, que reflexionen a diario sobre cómo se expresan cuando suben a la tribuna y que no olviden ni el respeto ni la buena educación. Sus palabras han sido recibidas con aplausos en todas las bancadas, también en las del PP y Vox. En las manos de los 350 diputados está demostrar que otra política es posible.